Perú: Alarma por el aumento de la contaminación del lago Titicaca

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Los Incas rendían culto al lago peruano Titicaca y aseguraban que de entre sus aguas azules emergió en su día el Sol. A día de hoy, el que se clasifica como el tercer lago de mayor dimensión de Sudamérica, con más de 143 kilómetros cuadrados, está rebosante de ranas muertas, algún que otro bote de pintura desechado e infinidad de basura.

 
Pero lo invisible al ojo humano también amenaza el ecosistema del Titicaca: altos niveles tóxicos de plomo y mercurio. El constante deterioro de este aclamado destino turístico ha resultado en la erupción de enfermedades en gran parte de la población próxima al lago, en Perú y Bolivia.

Más de 20 ciudades colindantes y minas de oro ilegales ubicadas en los Andes vierten cada año más de 15 toneladas de mercurio al río y este desemboca, finalmente, en el lago Titicaca.
 
“Si las ranas hablasen dirían algo así: Esto me está matando.” – Maruja Inquilla, una activista medioambiental de la zona, hizo un acto de protesta recientemente presentándose en casa del Gobernador de la región de Puno provista de bolsas de plástico repletas de cientos de cadáveres de ranas.
 
Inquilla se niega a quedarse de brazos cruzados con la población afectada por el consumo de pescado con altos niveles de toxicidad y visitó a la población próxima al lago, advirtiendo de los riesgos que conlleva el consumo de estas especies y de según qué aguas.

Los Gobiernos peruano y boliviano firmaron un pacto en enero del pasado año, 2016, en un presupuesto de más de 500 millones de dólares para mitigar el problema pero no se entró en más detalle.
 
Un año después, el nuevo presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski se ha comprometido a construir 10 plantas de tratado de aguas alrededor del lago, a coste de $437 millones “para que el lago más bonito del mundo también sea el más limpio”.

El Gobierno peruano financió un estudio en 2014 que detectó mercurio y cobre entre otros metales en cuatro especies de peces diferentes, que además de que estos niveles de toxinas superen el límite permitido para el consumo humano, las especies en cuestión forman una gran parte de la dieta de la población local.
 
El estudio sugería que las autoridades limitasen el consumo de pescado pero la población afirma no haber sido informada de la existencia de este o de que el consumo de determinadas especies sea perjudicial. La Doctora Jane M. Hightower, especializada en medicina interna en San Francisco analizó el estudio y confirmó a Associated Press que los datos confirman que las cantidades de mercurio ingeridas por los locales son “inaceptables”.

Fuente: La Vanguardia

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