āNo recuerdo un periodo en el que se haya talado tantoā. āEs como el principio del finā. āUna terrible conjunciĆ³n de condicionesā. AsĆ, algunos expertos expresan su preocupaciĆ³n por la tala desaforada que se viene dando en la AmazonĆa del Ecuador en medio de la emergencia sanitaria por COVID-19. Entre las principales causas, mencionan la falta de control de la autoridad ambiental y el creciente interĆ©s de los madereros ilegales que se aprovechan de las circunstancias.
āLa pandemia lo que ha hecho es exacerbar la talaā, sostiene en diĆ”logo con Mongabay Latam, Xavier SolĆs, asesor jurĆdico de la FundaciĆ³n Alejandro Labaka con sede en la ciudad de El Coca, provincia de Orellana, que trabaja con comunidades indĆgenas de la zona e intenta crear una cultura de paz en torno a los pueblos aislados. Para SolĆs āhay una falta de sensibilizaciĆ³n en el tema de en quĆ© lugares se puede talar, y sobre todo, en el cuidado de los Pueblos IndĆgenas en Aislamientoā.
Algunas comunidades indĆgenas se han convertido, ademĆ”s, en blanco de los madereros ilegales. Estos han llegado hasta sus territorios para convencerlos de que vendan la madera balsa de sus bosques. El que hayan accedido en algunos casos, explica SolĆs, es consecuencia de la ausencia del Estado durante la emergencia y la falta de asesorĆa tĆ©cnica para aprovechar legalmente sus recursos sin convertirse en vĆctimas de los intermediarios.
SolĆs comenta que es un secreto a voces que el rĆo Shiripuno, en Orellana, se ha convertido en vehĆculo para la movilizaciĆ³n de los troncos que se talan en territorios de las comunidades ribereƱas, principalmente waorani. La intersecciĆ³n del afluente con la vĆa Auca āa la altura de la EstaciĆ³n de Monitoreo de la Zona Intangible Tagaeri-Taromenane (ZITT), establecida por el Estado para la preservaciĆ³n de los pueblos indĆgenas en aislamientoā se ha convertido en sitio de acopio de madera obtenida ilegalmente. Y no solo pasa allĆ. āEn el caso de los kichwas, hay varias comunas en los mĆ”rgenes del rĆo Napo que estĆ”n en esa situaciĆ³n y que son las mĆ”s afectadas. El transporte se hace a travĆ©s del rĆo y la madera llega hasta Puerto Providencia [provincia de SucumbĆos], que conecta con Shushufindi, luego con Lago Agrio y por allĆ salen los camionesā, seƱala el abogado.
La incursiĆ³n desmesurada de los madereros ilegales tuvo su punto mĆ”s Ć”lgido durante los primeros meses de la pandemia, cuando āfrente al puesto de control del Ministerio de Ambiente (MAE), que es la entidad que deberĆa controlar la tala ilegal, se ubicĆ³ un aserraderoā, indica SolĆs en referencia a la EstaciĆ³n de Monitoreo de la ZITT. āEl EjĆ©rcito hizo un operativo en el lugar y lo retirĆ³, pero son aserraderos mĆ³viles que se pueden reubicar luegoā, dice y agrega que a lo largo de la vĆa Auca, que es la entrada al Parque Nacional YasunĆ, existen varios de esos aserraderos.
Aunque los expertos consultados seƱalan la falta de fiscalizaciĆ³n del Estado, el Ministerio de Ambiente asegura que ha mantenido los puestos fijos de control forestal en carreteras desde el inicio de la emergencia sanitaria en Ecuador, el 11 de marzo, y que desde julio ha retomado las acciones de vigilancia que se hacen a las industrias forestales, que incluyen operativos de control en aserraderos y depĆ³sitos de madera. El resultado, seƱala el Ministerio en respuesta a un pedido de informaciĆ³n hecho por Mongabay Latam, es de 181 retenciones de madera a nivel nacional, entre el 1 de enero y el 31 de julio de 2020, que representan 3176 metros cĆŗbicos. Solo entre julio y agosto ocurrieron 84 retenciones (46,4 %).
Fue en julio cuando se dispararon los reportes de la PolicĆa y las oficinas provinciales de Ambiente sobre retenciones de madera ilegal. Se registraron 51 retenciones solo en ese mes y varias de ellas fueron realizadas en el puesto de control fijo ubicado a la altura del puente sobre el rĆo Coca, en la ciudad de El Coca, capital de la provincia de Orellana. Pero ese punto de inspecciĆ³n se evade fĆ”cilmente, comenta Xavier SolĆs. āHay varias rutas alternativas como una que se llama la vĆa Zorros, que conecta con Tena [provincia de Napo] a travĆ©s de un camino de segundo nivel, una parte asfaltada y la otra de tierra. Por allĆ tambiĆ©n transitan los camionesā, indica.
Extrayendo balsa sin control
āDe verdad no hay mucho empleo, no hay empresa, no hay lugar que dĆ© trabajoā, sostiene el presidente de la Nacionalidad Waorani del Ecuador (NAWE), Gilberto Nenquimo, para explicar por quĆ© varias comunidades han sido sorprendidas por madereros que han llegado hasta sus territorios para ofrecerles dinero a cambio de sus Ć”rboles de balsa. SegĆŗn seƱala, son once las comunas de su nacionalidad que han sido visitadas por los ilegales: tres en la provincia de Orellana, tres en Napo y cinco en Pastaza. AdemĆ”s, menciona los puertos fluviales por donde sacan los troncos extraĆdos del territorio waorani: Puerto Pitacocha en Pastaza, Puerto Coninpare en Napo y Shiripuno en Orellana.
No es una actividad colectiva, seƱala Gilberto Nenquimo, sino decisiones individuales que han generado conflictos al interior de las comunidades. Nenquimo reconoce que esta dinĆ”mica ha sido impulsada por los madereros, y que lo que ha hecho falta es la orientaciĆ³n del Estado en la extracciĆ³n de balsa, un maderable que es permitido bajo regulaciĆ³n. āAntes era asĆ: llegaban los balseros, conversaban con los waorani y comenzaban a talar. Por Ć”rbol pagaban entre tres y ocho dĆ³lares. Ahorita me estĆ”n diciendo que ya bajĆ³ la balsa y que solo van a pagar dos dĆ³lares. Eso se llama aprovecharseā, sostiene. āOtro problema se crea porque ellos [los madereros] llevan licor a las comunidades, un licor que llamamos puro, y negocian: tanto de dinero [por la madera] y dos galones de puroā, agrega Nenquimo.
No solo los pueblos waorani y kichwa han sido enredados por los ilegales que han llegado a arrasar con todo. TambiĆ©n ha sido el caso de la nacionalidad achuar, cuyo territorio abarca 800 000 hectĆ”reas comprendidas entre las provincias amazĆ³nicas de Pastaza y Morona Santiago. āHay apenas dos licencias [forestales] para las miles de balsas que se han talado en los Ćŗltimos seis meses. Estoy hablando de 20 000 [Ć”rboles] que es el dato que tenemos, aunque algunos dicen que son mĆ”s de 35 000 solo en territorio achuar. Es un volumen importanteā, sostiene BelĆ©n PĆ”ez, directora ejecutiva de la FundaciĆ³n Pachamama, quien conoce de cerca el caso de este pueblo indĆgena.
āEl precio de venta de un tablar [de balsa] de exportaciĆ³n que pasa por varias fases de corte estĆ” en 0,85 dĆ³lares, pero se estĆ”n vendiendo Ć”rboles de balsa de dimensiones gigantescas en cinco dĆ³lares. Entonces, no sabemos exactamente cuĆ”l es la pĆ©rdida a largo plazo para las familias que estĆ”n dentro de este juego de especulaciĆ³nā, asegura PĆ”ez.
Hace un aƱo, con la construcciĆ³n de la vĆa a Copataza, que conecta al puerto fluvial de igual nombre con Puyo, la capital de la provincia de Pastaza, el pueblo achuar comenzĆ³ a afrontar la problemĆ”tica de la tala. SegĆŗn la FundaciĆ³n Pachamama, esta situaciĆ³n se ha agravado durante estos Ćŗltimos meses de pandemia. En este caso, los madereros se han servido de los rĆos Copataza, Pastaza y sus afluentes para transportar la madera. Su blanco principal ha sido una serie de islas de balsa ubicadas en esa zona.
āEsta entrada desde Copataza hasta el bajo Pastaza es un recorrido donde hay mĆ”s de 21 comunidades. Frente a estas comunidades hay islas de balsa y han entrado ya sea por necesidad, negligencia o falta de acuerdos de la nacionalidad. SegĆŗn dice, el problema no acaba ahĆ pues una situaciĆ³n similar viven los indĆgenas shuar de Morona Santiago, al lado del rĆo Upano.
MĆ”s pĆ©rdidas que beneficios para los indĆgenas
Gilberto Nenquimo, presidente de la nacionalidad waorani, dice que es consciente de las cuantiosas pĆ©rdidas que ha significado para su pueblo la participaciĆ³n de intermediarios en la venta de la madera. Por eso, asegura que solicitĆ³ por escrito la presencia del Ministerio del Ambiente (MAE) en territorio, para que les ayuden a establecer directrices en el aprovechamiento de balsa. Incluso, se ofreciĆ³ a pagar los vuelos para movilizar a los delegados de la entidad. Pero nada se ha podido concretar. āImagĆnate lo que hacen, cuando uno ofrece todo, pagado el vuelo, todo coordinado y que digan que han cambiado la agendaā, se queja Nenquimo y agrega que estĆ”n luchando contra reloj para regular la situaciĆ³n.
El MAE afirma que conoce de la existencia de āuna gran demanda para el aprovechamiento de balsa en el paĆs, presumiblemente debido a su valor comercialā. A pesar de lo que afirma Nenquimo, esa cartera de Estado asegura que, a travĆ©s de sus Direcciones Zonales y Oficinas TĆ©cnicas distribuidas a lo largo del paĆs, āgeneran procesos constantes de capacitaciĆ³n a comunidades indĆgenas, con la finalidad de dar a conocer los requisitos que establece la normativa forestal para que se haga un correcto aprovechamiento y movilizaciĆ³n del recurso y de esta manera reducir el aprovechamiento ilegal de la balsaā. Sin embargo, el MAE no le especificĆ³ a Mongabay Latam cuĆ”les comunidades han sido atendidas.
Por su parte, la directora de la FundaciĆ³n Pachamama, BelĆ©n PĆ”ez, comenta que a travĆ©s de la DefensorĆa del Pueblo estĆ”n emprendiendo acciones encaminadas āa generar medidas de protecciĆ³n administrativas frente a la ilegalidad que ocurre en el aprovechamiento-deforestaciĆ³n de balsa en la provincia de Pastazaā. SegĆŗn dice, se trata de acciones que cuestionan a los ministerios de Ambiente y Agricultura y a programas de polĆticas pĆŗblicas que, incluso, tienen financiamiento internacional para trabajar esos temas, como es el caso de Proamazonia. BĆ”sicamente quieren saber quĆ© es lo que estĆ”n haciendo las entidades frente a esta situaciĆ³n.
AsĆ mismo, PĆ”ez explica que la forma legal y tĆ©cnica de talar la balsa incluye el establecimiento de un plan de manejo, la obtenciĆ³n de las debidas licencias ambientales y la incorporaciĆ³n de un plan de monitoreo para la debida restauraciĆ³n y reforestaciĆ³n, la cual debe ser inmediata. āSi es que no hay un manejo adecuado, ese pueblo o comunidad puede perder la oportunidad de volver a incursionar en esta actividadā, recalca.
DegradaciĆ³n: un fenĆ³meno del que no se habla
Aunque la balsa no es una especie en peligro y, por sus caracterĆsticas, crece en zonas secundarias en donde ha habido inundaciones de rĆos o deslaves de tierra, su funciĆ³n no es menos importante para los bosques amazĆ³nicos. AsĆ lo indica la directora ejecutiva de la FundaciĆ³n Ecociencia, Carmen Josse, quien ademĆ”s menciona que āse estĆ”n perdiendo estos rodales [conjunto grande de Ć”rboles] de balsa que son muy importantes para mitigar el tema de las inundaciones cuando hay crecidasā, indica.
En esa misma lĆnea, BelĆ©n PĆ”ez agrega que āhay un balance perfecto en ese ecosistema amazĆ³nico, una red de conexiones que al momento de romperse genera varios tipos de eventos. En este caso, estamos viendo las inundaciones que se dieron hace pocos meses en la zona del [rĆo] Bobonaza que afectaron a varias comunidades y que tienen que ver con esta pĆ©rdida de islas de balsa que son como barreras naturalesā.
PĆ”ez destaca que la balsa no crece como mala hierba, como se dice popularmente. āAlgunas pueden ser centenarias, van formando islas y meandros en los cauces de los rĆos por cuestiones especĆficas de equilibrioā, comenta. SegĆŗn dice, la tala de balsas provoca una inevitable pĆ©rdida de aves como el Ć”guila arpĆa y los papagayos, mamĆferos como las nutrias de rĆo, y una gran afectaciĆ³n de sitios de anidaciĆ³n de tortugas y caimanes.
Si bien es cierto que las islas de balsa del territorio achuar vienen siendo deforestadas durante la pandemia, en otros puntos de la AmazonĆa se estĆ” realizando su extracciĆ³n selectiva, lo que lleva a un fenĆ³meno de degradaciĆ³n. SegĆŗn explica Josse, āla forma mĆ”s comĆŗn de medir las emisiones y pĆ©rdidas de Ć”reas boscosas es la deforestaciĆ³n. Pero hay todo un tema de degradaciĆ³n que es distinto. En ese caso, la tecnologĆa de mediciĆ³n y monitoreo no estĆ” enfocada en identificar la pĆ©rdida de un Ć”rea determinada de bosque sino la disminuciĆ³n de su biomasa, de su densidadā, explica y aƱade que la selva amazĆ³nica āestĆ” perdiendo su calidad, su integridad y sus Ć”rboles semilleros porque estamos sacando todo lo que podemos sacar: madera vendible, comerciableā.
Para Josse es preocupante que las mediciones ambientales que realiza el Estado no tengan en consideraciĆ³n el fenĆ³meno de degradaciĆ³n. āTodos nuestros esfuerzos, toda la cooperaciĆ³n que recibe el paĆs por los temas de cambio climĆ”tico, todo estĆ” enfocado en detener la deforestaciĆ³n pero no estamos haciendo lo suficiente por entender, monitorear y enfrentar la degradaciĆ³n, que es mucho mĆ”s importante en tĆ©rminos de emisiones forestalesā.
La directora ejecutiva de Ecociencia explica que del total de biomasa forestal que ha perdido el Ecuador en un periodo de 14 aƱos (2003 ā 2016), el 78% se debe a degradaciĆ³n y el 22% restante a deforestaciĆ³n. Esto en referencia al estudio regional en el que participĆ³ Ecociencia junto a la Red AmazĆ³nica de InformaciĆ³n Socioambiental Georreferenciada (RAISG). āEn tĆ©rminos porcentuales, Ecuador es uno de los paĆses con el Ćndice mĆ”s alto de degradaciĆ³nā, agrega
Otro punto importante que destaca Josse, y con el que coinciden algunos de los expertos consultados, es que la polĆtica forestal ecuatoriana no considera las complejidades del paĆs, que tiene su mayor patrimonio forestal en la AmazonĆa en manos de los pueblos y comunidades indĆgenas. āĀæCĆ³mo debemos manejar ese patrimonio? No es lĆ³gico que se trate a esos bosques con esa riqueza como se trata a cualquier plantaciĆ³n forestal de eucalipto, pino o teca [ā¦] debe dimensionarse el problema y debe hacerse un proceso adecuado que incluya una polĆtica coherente y consciente. No se puede simplemente cerrar los ojosā, sostiene.
Por ejemplo, en el caso de la balsa en territorio achuar, āno estĆ” dentro del Sistema Nacional de Ćreas Protegidas (SNAP) pero cabe la casualidad de que son territorios en mejor estado de conservaciĆ³n porque no ha habido carreteras que expandan la frontera petrolera y mineraā, comenta BelĆ©n PĆ”ez, pero enfatiza en que eso estĆ” cambiando con la vĆa a Copataza, promovida por el gobierno local de Pastaza dentro de su plan de conectividad.
El peligro ronda las Ɣreas protegidas y los pueblos aislados
Algunos expertos piensan que las Ć”reas protegidas estĆ”n en riesgo debido al acelerado aumento de la tala en medio de la pandemia, la osadĆa de los madereros y el debilitamiento institucional del Ministerio de Ambiente; como consecuencia de la disminuciĆ³n presupuestaria que mantiene en incertidumbre a cerca de 200 guardaparques cuyos contratos ocasionales vencen a finales del 2020.
El pasado 5 de junio se retuvieron 18,65 m3 de madera que habĆa sido talada de la Reserva EcolĆ³gica Mache ā Chindul de QuinindĆ©, provincia de Esmeraldas. El 17 de julio se registrĆ³ la retenciĆ³n de 13,5 m3 de madera de balsa, cortada y apilada, al interior de la Reserva BiolĆ³gica de Limoncocha en Shushufindi, provincia de SucumbĆos. Pocos dĆas despuĆ©s, el 23 de julio, una inspecciĆ³n en el Parque Nacional Cotacachi Cayapas, en Esmeraldas, detectĆ³ zonas de tala, aunque no se registrĆ³ ninguna incautaciĆ³n.
āHay un fenĆ³meno que no es oculto y es que la madera, como la balsa, se estĆ” terminando en los territorios comunitarios. Si no existe en territorios comunitarios, van a entrar en los parques nacionales, en las zonas intangiblesā, seƱala Xavier SolĆs, asesor jurĆdico de la FundaciĆ³n Alejandro Labaka y agrega que en El Coca, provincia de Orellana, los madereros lograron talar en terrenos que pertenenecen a las Fuerzas Armadas. āSi es que pueden entrar a estos lugares de los militares, entran en cualquier lugarā, dice. Mongabay Latam consultĆ³ con los militares para confirmar si interpusieron una denuncia por este hecho, pero hasta el momento no se ha obtenido una respuesta.
Con SolĆs coincide un guardaparque del YasunĆ que accediĆ³ a hablar con Mongabay Latam bajo la premisa de ocultar su identidad, por temor a represalias en Ć©poca de recortes. āCuando encuentran el mercado para el aprovechamiento de madera, [los taladores] no ven lĆmites y se dan los modos para llegar hasta los puntos donde existe el recursoā, comenta. En el YasunĆ existen 45 guardaparques que tienen a su cargo la protecciĆ³n de un millĆ³n de hectĆ”reas, con la complejidad que implica la coexistencia de varias nacionalidades indĆgenas, actividades petroleras y la presencia de pueblos en aislamiento voluntario.
Aunque los guardaparques del YasunĆ no han registrado retenciones de madera ilegal durante la emergencia sanitaria, el funcionario entrevistado reconoce que āpor esta cuestiĆ³n de la pandemia no se ha podido movilizar mucho el personalā.
En este contexto de tala en medio de la pandemia, hay especial preocupaciĆ³n por los pueblos indĆgenas en aislamiento voluntario, que podrĆan ser afectados por las actividades madereras en los territorios waorani de las riberas del rĆo Shiripuno, en la franja de amortiguamiento de la Zona Intangible Tagaeri Taromenane (ZITT). āA lo largo de la historia estĆ”n registrados los enfrentamientos que han existido entre madereros y pueblos aislados, incluso algunos madereros han sido lanceados, pero no sabemos cuĆ”ntos de los aislados han muerto a manos de madereros que entran armados a la selvaā, sostiene Xavier SolĆs. Y a eso se suma la construcciĆ³n de una vĆa petrolera en el corazĆ³n del Parque Nacional YasunĆ y al borde de la ZITT. āNo es un sendero ecolĆ³gico, sino una carretera de 4,4 kilĆ³metros que estĆ” llegando al lugar donde transitan y viven los pueblos en aislamiento voluntario. Es clarĆsimo el impacto de la deforestaciĆ³nā, asegura la integrante del Colectivo GeografĆa CrĆtica, Amanda YĆ©pez.