Río 2016 resalta la paz y la naturaleza en el espíritu olímpico

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Brasil y esta ciudad carioca se mostraron al mundo sin maquillaje en una ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos Río 2016 que puso especial énfasis en el respeto a la vida y la esperanza de paz, todo con el colorido y el corazón tropical que caracterizan al llamado “Gigante de América”.

 
Los creadores de la ceremonia de apertura trataron de promover la paz en el mundo, pero no sólo en el espíritu de la gente, sino en comunión con la naturaleza. Recuperar el planeta que se acaba lentamente.
 
La naturaleza que convive con la urbanización de la ciudad se presentó bajo las notas de “Aquel abrazo” de Gilberto Gil, que fue como un himno de despedida del compositor al exilio.
 
La bienvenida con la “gambiarra” inicia con una hoja de papel que se transforma en una inmensa batucada y que luego da paso al símbolo universal de la paz.
 
El presidente del COI, el alemán Thomas Bach, y el mandatario interino de Brasil, Michel Temer, se presentan en el emblemático escenario, que se entrega a sus raíces y que para algunos será lugar de grandes batallas deportivas, mientras para otros representa el “templo” del futbol brasileño.
 
La interpretación de Paulino da Viola, uno de los máximos exponentes de la música popular, que va a la máxima expresión de un himno brasileño solemne y ceremonia marcial con la bandera de una nación.
 
El inicio de la vida de Brasil con aquellas florestas de campos verdes que el 13 por ciento de los indígenas ocupan. El césped del Maracaná se transforma con centenas de elásticos que simulan la creación.
 
Pero Brasil también tuvo sus orígenes en las razas extranjeras que construyeron su civilización. La cultura brasileña. Entre el indígena-europeo y africano.
 
El país sudamericano con sus edificaciones y su metrópolis, la civilización urbana, las transformaciones como la que hizo Santos Dumont con su avión 14bis. Surca el cielo y muestra el rostro de Río de Janeiro ante el imponente Cristo del Corcovado.
 
La figura de sus mujeres, en las notas de “Garota de Ipanema” en el piano de Daniel Jobin, embeleza. Las voces de las favelas de una nación tropical.
 
Luego, crear conciencia de proteger a la naturaleza, al mundo que guarda sus elementos que dan la vida. Del joven que encuentra una frágil semilla que rompe el asfalto y que entrega su palpitar para reforestar 150 mil hectáreas para 2020.
 
El tradicional desfile de las delegaciones participantes entra en acción y saluda al mundo. Son aquellos héroes de carne y hueso que dejaran su fortaleza en la cancha, en la pista, en el ring o en la alberca, por destacar y llevar ese mensaje de fraternidad con una medalla.
 
ddmx
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