Un microplástico es una pequeña partícula. Las partículas más grandes pueden tener aproximadamente el tamaño de una semilla de lino, pero los microplásticos más pequeños no se pueden detectar a simple vista. Por más minúsculos que sean, enormes cantidades de estas partículas se vierten en el océano y casi con certeza causan daños a los delicados ecosistemas marinos, indican los expertos.
Un nuevo estudio publicado en Science revela la trayectoria itinerante de los microplásticos después de que ingresan al océano. Si bien algunos microplásticos, como los de poliestireno, pueden flotar en la superficie, la mayoría de los microplásticos se adhieren a algas y minerales que hacen que se hundan en el fondo marino. Luego, los microplásticos son transportados por las corrientes de aguas profundas y depositados en áreas de altos niveles de sedimentos, creando lo que los autores del estudio denominan ‘hotspots de microplásticos’.
Un equipo de investigadores internacionales recopiló datos para este estudio tomando muestras de sedimentos del lecho marino del mar Tirreno en el Mediterráneo. Descubrieron que los microplásticos se acumulaban en profundidades de 600 a 900 metros, y que los hotspots de microplásticos pueden contener hasta 1.9 millones de piezas por metro cuadrado, que es el nivel más alto registrado en el lecho marino, según Ian Kane, autor principal del estudio.
“Nos sorprendió la gran cantidad [de microplásticos]”, dijo Kane. “1.9 millones es enorme. Estudios anteriores han documentado números mucho más pequeños, y […] solo se habló de fragmentos de plástico, pero son las fibras las que son realmente las más insidiosas de los microplásticos. Estas son las cosas que se consumen y absorben más fácilmente en la masa de los organismos”.
Un ‘microplástico’ se define generalmente como una partícula de menos de 5 milímetros. Algunos microplásticos se fabrican deliberadamente, como las microesferas que se encuentran en los cosméticos, mientras que otros se forman cuando la luz solar descompone los ‘macroplásticos’, como las botellas de agua de plástico y los recipientes para alimentos. Sin embargo, la mayoría de los microplásticos son fibras textiles de cosas como ropa de poliéster, dijo Kane.
“La mayor parte proviene del tratamiento de aguas residuales de fuentes domésticas e industriales que se transportan a través del sistema de alcantarillado”, dijo Kane. “El problema en este momento es que los filtros de la mayoría de las plantas de tratamiento de aguas residuales no filtran los microplásticos, por lo que ingresan a los sistemas fluviales y luego son arrojados al mar”.
El problema de los microplásticos es que atraen y acumulan toxinas que los hacen peligrosos para cualquier organismo que los consuma o absorba.
“Actúan como puntos focales para la acumulación o precipitación de toxinas en su superficie […] en particular, cosas como los hidrocarburos”, dijo Kane. “Y duran mucho tiempo. No se descomponen rápidamente, por lo que pueden acumular estas toxinas, pueden ser consumidos por organismos y pueden persistir aun después de que ese organismo muere. Así que son puntos de nucleación de larga duración para las toxinas y cosas desagradables”.
Las corrientes del fondo marino que transportan a los microplásticos en el lecho marino también son responsables de transportar oxígeno y nutrientes, lo que sugiere que el plástico termina en hotspots de biodiversidad en el océano donde puede causar mayor daño.
“Los efectos de los microplásticos en el ecosistema de aguas profundas son realmente poco conocidos”, dijo Kane. “[Los microplásticos] están disponibles para ser consumidos y también pueden ser absorbidos por la masa de animales de cuerpo blando. Por lo tanto, ingresan a la red trófica en los niveles más bajos, y cuando llegan a las criaturas más grandes en la red trófica, entonces pueden llegar a consumir una gran cantidad de microplásticos”.
Si bien es necesario realizar más estudios sobre el tema, este informe llena algunos vacíos críticos en la investigación de la contaminación plástica: muestra cómo grandes cantidades de microplásticos pueden viajar al fondo marino y ser transportados a hábitats marinos críticos.
“Nuestro estudio ha demostrado cómo los estudios detallados de las corrientes del lecho marino pueden ayudarnos a conectar las vías de transporte de microplásticos en las profundidades marinas y encontrar los microplásticos ‘faltantes'”, dijo en un comunicado Mike Clare, coautor del estudio. “Los resultados resaltan la necesidad de intervenciones políticas para limitar el flujo futuro de plásticos en entornos naturales y minimizar los impactos en los ecosistemas oceánicos”.