Investigadores detectan una nueva enfermedad causada por plásticos que afecta a las aves marinas

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De acuerdo con investigadores del Museo de Historia Natural de Londres, una nueva enfermedad, documentada en un trabajo publicado en la revista Journal of Hazard Materials, no es causada por ningún virus sino por pequeños pedazos de plástico que las aves confunden con alimento y que consumen.

La plasticosis es un tipo de enfermedad fibrótica. Estas afecciones están causadas por un exceso de cicatrización cuando una zona del cuerpo se inflama repetidamente e impide que la herida cicatrice con normalidad. Por lo general, tras una lesión se forma tejido cicatricial temporal que ayuda a reforzar la reparación. Pero cuando la inflamación se repite una y otra vez, pueden formarse cantidades excesivas de tejido cicatricial que reducen la flexibilidad de los tejidos y hacen que cambie su estructura.

Los expertos analizaron durante los últimos años el contenido del estómago de aves marinas en el sur del océano Pacífico, especialmente en las pardelas paticlaras de la isla Lord Howe, en Australia. “Si bien estas aves pueden verse saludables por fuera, no les va bien por dentro”, explicó en un comunicado el doctor Alex Bond, coautor de la investigación.

Los científicos descubrieron que los sistemas inmunológicos de las aves que habían consumido plástico se habían debilitado, aumentando considerablemente el riesgo de infección y enfermedad. Otros elementos inorgánicos que se encontraron en los intestinos de las aves, como las piedras pómez, no provocaron este efecto negativo, explicaron.

Según la evidencia que recolectaron, entre más plástico consume un ave, más cicatrices presenta. Esto es grave porque esto podría provocar una rotura gradual de las glándulas tubulares del proventrículo, un órgano del sistema digestivo de los animales.

“Las glándulas tubulares son quizás el mejor ejemplo del impacto de la plasticosis”, precisó el doctor Bond. “Cuando se consume plástico, estas glándulas se atrofian gradualmente, hasta que finalmente pierden su estructura tisular por completo en los niveles más altos de exposición”.

Si un ave llegara a perder estas glándulas, se vuelve más vulnerable a infecciones o parásitos, e incluso su habilidad para digerir alimentos es afectada, lo cual puede ser perjudicial para las aves jóvenes y polluelos, ya que sus estómagos son incapaces de retener mucho alimento.

“Algunos estudios han descubierto que hasta el 90% de las aves jóvenes contienen al menos algo de plástico que les han dado sus padres. En casos extremos, los polluelos pueden morir de hambre al llenárseles el estómago de plástico que no pueden digerir”, señalaron los investigadores.

Si bien el estudio analizó solamente una especie de ave en una parte del mundo, los científicos responsables del trabajo advirtieron que la enfermedad podría encontrarse en otros animales, por lo cual llamaron a que se investigue si se detecta en otros partes del mundo especies con plasticosis, condición vinculada a un extendido problema ambiental como lo es el uso de este derivado del petróleo.

Según advirtió apenas la semana pasada la inicativa Back to Blue, dirigida por expertos de Economist Impact y The Nippon Foundation, el consumo de plástico en los países del G20 se duplicará para mediados de siglo, a menos que se lleven adelante políticos globales para reducir el uso de este material no biodegradable.

De acuerdo con el informe, en caso de que esto no suceda y no se creen nuevas política de reciclaje o limitación de uso, el consumo anual de plástico llegaría a 451 toneladas para el 2050.

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