Plásticos de un solo uso: el dilema entre el ambiente y el impacto económico

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El 1 de enero la Ciudad de México prohibió la comercialización, distribución y entrega de bolsas de plástico. Dos meses después, la circulación de estos productos se redujo en un 70%. Gran parte de la población respalda esta medida, pero los trabajadores del plástico (en las fases de fabricación, distribución y recuperación) protestan contra la reforma. Las políticas ambientales a veces parecen ir en contra del bienestar socioeconómico, pero bien diseñadas y aplicadas ambos objetivos pueden alcanzarse integradamente.

¿Qué son los plásticos de un solo uso?

“Los plásticos de un solo uso” son aquellos que tienen un tiempo de uso de 15 minutos en promedio. Los mismos, demoran hasta mil años en degradarse. Por este motivo, la enorme difusión en su uso implica graves problemáticas ambientales. Ciudades de todo el mundo no saben qué hacer con sus residuos, desde rellenos sanitarios que alcanzan su tope mucho antes de lo esperado, hasta tratados para exportar basura de países ricos a países pobres en los que se termina acumulando en basurales a cielo abierto.

Gran cantidad de plásticos terminan en los cursos de agua, y luego forman parte de alguna de las 5 islas de basura que flotan en los océanos o se reducen a microplásticos. Estas partículas llegan a profundidades de hasta 10 mil metros, son ingeridas por la fauna marina, y los terminamos ingiriendo las personas a través de la cadena alimentaria. También hay evidencias de que son distribuidos por los vientos y pueden ser inhalados. A su vez, los plásticos son medios de dispersión de contaminantes orgánicos altamente peligrosos para la salud.

¿De dónde surge la medida de prohibir las bolsas en México?

La CDMX genera 13 mil toneladas de basura por día. Actualmente, van a 5 rellenos sanitarios ubicados fuera de la Ciudad, 4 en el Estado de México y uno en el de Morelos. A su vez, en todas estas jurisdicciones hay una enorme cantidad de basurales a cielo abierto, por lo que es urgente reducir la cantidad de residuos generados.

Según la Secretaría de Medio Ambiente de esta ciudad, el 85% de su población respalda la prohibición de las bolsas plásticas. Está planeado que a partir del 1 de enero de 2021 también se prohíban los demás utensilios de plástico de un solo uso, como son tenedores, cuchillos, cucharas, platos, vasos, etc.

¿Cuáles y de quiénes son las críticas a la política?

Fabricantes, distribuidores y recuperadores de plásticos se manifestaron contra la medida. Las protestas avanzan bajo los lemas de “¿quién me va a dar mi empleo?”, “sí al reciclaje” o “sí a la bolsa”. Para complicar el panorama, por lo observado en lo que lleva la medida, la separación de los otros reciclables se está descuidando ya que las personas dejan de separar al no tener bolsas desechables. Los planteos se centran en que la medida podría haber estado mejor planificada, no buscan rechazarla ya que tiene un gran  beneficio ambiental. La cuestión está en la articulación de intereses para que no choquen con las demandas sociales, sino que vayan en la misma dirección.

¿Cuál es la situación en Argentina?

En nuestro país, existe el proyecto de la Ley de Envases, que se basa en el principio de responsabilidad extendida del productor. Los “principios” son ideas rectoras de las distintas políticas ambientales, y esta plantea que el productor que percibe el beneficio de un producto que genera residuos, debe hacerse cargo de ellos y los costos de tratarlos. Por falta de interés o conocimiento sobre el tema, y por lobby del sector, permanece cajoneada desde hace más de 25 años.

Se estima que en el país más de 150.000 personas trabajan recuperando reciclables en centros urbanos o en basurales. En la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores (FACCyR) se incluyen 120 cooperativas en las que trabajan 15.000 de esas personas, mientras que el resto trabaja de manera informal. En total, recuperan por mes al menos 200.000 toneladas de material. En 2019 la Ciudad de Buenos Aires tomó una medida de estas características al prohibir los sorbetes de plástico. Por un lado, generó comentarios como el de “¿qué sentido tiene prohibir las pajitas si seguimos comiendo todos los días en bandejitas de plástico?”.

Pero por otro, ¿qué pasaría si de un día al otro prohibimos los vasos y todo tipo de plástico? En CABA específicamente, hay aproximadamente 5200 recuperadores y recuperadoras trabajando en cooperativas. A su vez, se estima que la mitad de esa cifra son personas que realizan ese mismo trabajo de manera informal. Igualmente, al CEAMSE llega un total de 1,599,049 kg de residuos por día, y se estima que por mes estos trabajadores recuperan el 6% de ese material. Son necesarias políticas públicas que aborden la generación de residuos para reducir los mismos, mejorando las actividades laborales de les recuperadores.

Hacia políticas ecológicas e inclusivas

La transición hacia una economía verde no será tal sin inclusión social. Para construir un sistema de manejo de residuos reciclables sustentable: ambientalmente amigable, socialmente beneficioso y económicamente rentable, es necesaria la regulación estatal en todos los niveles: nacional, provincial y municipal, y que sea diseñada pensando en todos sus participantes: fabricantes, distribuidores, recuperadores y consumidores. Esto atañe a todas las regulaciones posibles, en el caso de los residuos serían: -el control ambiental de las industrias, -la sanción de leyes sobre manejo de envases y disposición de residuos, -la concientización social para reducción de consumo y la separación discriminada, -la recolección discriminada efectiva con inclusión social, -la generación de nuevas plantas de reciclado, -el mejoramiento de las condiciones de las existentes, -el impulso a la economía circular. Las políticas públicas ambientales necesitan considerar a les trabajadores y sus dificultades, atendiendo las propuestas y construcciones previas de elles. De otra forma, solo entraremos en otro modelo que repita los mismos mecanismos de explotación y marginalización, pero con slogan de “verde”. En el horizonte, la reducción de la explotación de la naturaleza por el humano y del humano por el humano.

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