En los días frescos de playa o nublados en las sierras, los pueblos bonaerenses son una interesante alternativa para conocer joyas arquitectónicas, paisajes encantadores y delicias gastronómicas a pocos kilómetros de los centros urbanos.
Las pequeñas localidades de Copetonas, San Agustín y Barker, cercanas a Tres Arroyos, Mar del Plata y Tandil, respectivamente, son una opción distinta para conocer nuevos atractivos y experimentar la tranquilidad de una jornada campestre.
Entre el río y el mar
Copetonas es un pueblo turístico que se encuentra a 60 kilómetros de Tres Arroyos, ciudad cabecera del partido homónimo, y a tan solo 25 kilómetros de la villa balnearia de Reta. Tiene atractivos destacados por su cercanía al Río Quequén Salado y también al mar.
La localidad agrícola-ganadera fundada en 1912, tras la llegada del Ferrocarril del Sud con el ramal Orense – Copetonas, debe su nombre a la martineta copetona, un ave típica de esta zona que se caracteriza por mimetizarse con el paisaje a través de su plumaje.
Desde aquí pueden visitarse distintos parajes que se encuentran sobre el río, como la Cascada Cifuentes, la Cueva del Tigre y la ex usina, lugares perfectos para ir a pasar el día y conectar con la naturaleza.
Copetonas también invita a degustar tortas, budines, alfajores caseros y las exquisitas masas danesas, entre otros productos locales. Además, en este destino, sede de la Fiesta del Mate y la Torta Frita, se pueden adquirir artesanías como cuchillos y tejidos.
La serranía y sus lomadas
Barker, ubicado en el partido de Benito Juárez, es un poblado que se caracteriza por suaves lomadas. Se encuentra ubicado a casi 60 kilómetros de Tandil y lo rodean las sierras bajas del sistema de Tandilia.
Los árboles añejos y altos forman un arco que cubre sus calles con sombra y frescura y las amplias plantaciones de frambuesa llenan de aromas y colores el paisaje.
Es una zona ideal para realizar cicloturismo, cabalgatas, trekking y otras actividades de turismo aventura.
Playa y campo
El pueblo de San Agustín, ubicado en el partido de Balcarce sobre la Ruta Provincial 88, nació en 1892 con el emplazamiento de la estación ferroviaria y aún conserva construcciones de principios del siglo XX.
En 1936 el arquitecto Francisco Salamone diseñó y erigió en estilo neocolonial la delegación municipal, cuyo portal de ingreso llama la atención de quienes lo visitan por la asimetría en la fachada, las columnas laterales, las molduras decorativas y las rejas de hierro. Este edificio fue declarado como Bien de Interés Histórico y Artístico Nacional y de Valor Artístico-Arquitectónico Municipal.
La ex estación de trenes y el Parque Idoyaga Molina, una reserva municipal de grandes dimensiones con distintas especies arbóreas y un arroyo que forma un balneario natural, son otros de sus principales atractivos.
Tres destinos imperdibles que conjugan atractivos culturales con las particularidades de los distintos entornos naturales de la provincia de Buenos Aires.