Descubrí el recorrido escénico de la Ruta Azul de Comodoro a Trelew

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La Ruta Azul se extiende a lo largo de 450 kilómetros entre Comodoro Rivadavia y Trelew, en Chubut. Es una de las zonas más ricas en vida silvestre y con la mayor diversidad del mar argentino gracias a que contiene sitios de alimentación, reproducción y nidificación para numerosas especies de aves y mamíferos marinos.

Su recorrido a lo largo de la histórica Ruta 1, revela un sinfín de paisajes naturales de estepa y mar únicos y asombrosos que se pueden disfrutar a través de sus accesos públicos que brindan la posibilidad de acampar, realizar actividades náuticas y terrestres que, sumadas a sus bellezas naturales, lo posicionan como un destino muy atractivo con identidad propia.

El encanto costero de Caleta Córdova

Partiendo de Comodoro Rivadavia hacia el norte, el viaje comienza en Caleta Córdova, un pintoresco pueblo costero conocido por sus casitas de chapa pintadas y su paseo costero. Aquí, el contacto con el mar se siente desde el primer momento. La feria de mariscos y el puerto que muestran la esencia de la vida marítima local.

“Caleta Córdova es la puerta de entrada a la magia de la Ruta Azul. Su sencillez y la cercanía al mar crean una atmósfera que prepara al visitante para las maravillas que vienen”, destacó María Mendizábal, responsable de Desarrollo Turístico de Patagonia Azul.

Rocas Coloradas: un entorno que parece de otro mundo

A pocos kilómetros de Caleta Córdova se encuentra Rocas Coloradas. Su particular fisonomía de con formaciones rocosas, la laguna Brava y el Pico Salamanca, la laguna del Valle Lunar de aguas en tonos de verde y azul, rodeada por un monte de intensas rocas rojizas. ofrece un paisaje que recuerda a las tierras áridas del norte, pero con el mar patagónico como telón de fondo, es un escenario de otro mundo.

“Rocas Coloradas es una muestra de la sorprendente diversidad de la Patagonia. Las formaciones rocosas, con sus colores y formas inusuales, evocan imágenes de meteoritos incrustados en cerros chatos, contrastando con el azul profundo del mar”, describe María Mendizábal.

Bahía Bustamante: arte natural a cielo abierto

Siguiendo hacia el norte, Bahía Bustamante ofrece un contraste notable con su entorno más llano. Esta zona, rica en biodiversidad, es un refugio natural donde el arte de la naturaleza se manifiesta en cada rincón.

En Bahía Bustamante se pueden observar aves playeras como el chorlito de doble collar y el escúa, el cormorán roquero y muchas aves más. Tiene área de acampe y en un antiguo casco de una típica estancia Patagonia, abrió recientemente el Centro de Interpretación del Portal Bahía Bustamante para aprender sobre la fauna marina de la región y de las amenazas que lo acechan, como la pesca de arrastre.

Isla Leones y sus atractivos espectaculares

El ingreso al Portal Isla Leones a solo 8 km de la localidad de Camarones propone 3 opciones para alojarse y disfrutar del lugar: 2 campings de uso libre y gratuito: Camping Cañadón del Sauce y el Camping Bahía Arredondo, y para los que prefieren más confort, el glamping Isla Leones ofrece una experiencia inmersiva en la naturaleza patagónica.

“En este portal se pueden hacer actividades de senderismo, snorkel, navegación hacia la Isla y Faro Leones. La playa, considerada una de las más bonitas del país, brinda una experiencia exclusiva para aquellos que buscan desconectar del mundo y sumergirse en la tranquilidad del entorno”, destaca Mendizábal.

Ruta Azul
Conocé el encanto de la Ruta Azul.

Camarones: un pueblo de cultura, historia y esencia patagónica

La localidad cabecera. Camarones. Un encantador pueblo histórico de 2.000 habitantes, es conocido por su singular arquitectura y sus atractivos turísticos. El pueblo ofrece una variedad de experiencias, desde visitas a la pingüinera de Cabo Dos Bahías hasta recorridos por los rincones históricos.

María Mendizábal, remarcó que “Camarones, es el corazón de la Patagonia, es un lugar donde la conexión con la naturaleza y la historia se entrelazan, con opciones gastronómicas locales, como la casita de Carola y Alma Patagónica, que transmiten la esencia del lugar a través de sus comidas” y la visita al museo de Perón.

Cabo Raso: una parada obligada

Siguiendo la ruta 1 hacia el norte aparece Cabo Raso, un paraje restaurado por una familia que se enamoró del lugar, ofrece una atmósfera única con su hostería, camping y refugios. Este rincón de la Patagonia es ideal para quienes buscan tranquilidad y contacto directo con la naturaleza.

“Cabo Raso es un testimonio de la dedicación y el amor por la tierra. Cada rincón del paraje cuenta una historia, desde la playa hasta el barco encallado que adorna la costa”, dice Mendizábal. Aquí, los visitantes pueden disfrutar de la tranquilidad del entorno y explorar el pasado mientras se relajan en el presente.

Punta Tombo: el santuario de los pingüinos

Finalmente, aparece Punta Tombo, el mayor santuario de pingüinos de Magallanes en Argentina y la principal pingüinera de Chubut. Este sitio es un punto culminante del recorrido con vistas espectaculares de las colonias de pingüinos en un entorno paisajístico único.

María Mendizábal destaca: “Punta Tombo es el cierre perfecto para un viaje por la Ruta Azul. La oportunidad de ver a estos maravillosos animales en su hábitat natural es una experiencia que deja una impresión duradera en cualquier visitante”.

Una opción que tiene todo

La Ruta Azul no solo ofrece un viaje a través de paisajes diversos, sino también una inmersión en la historia y los atractivos de la región patagónica de Chubut.

Cada etapa de esta hermosa ruta ofrece una ventana a la belleza natural y cultural de la Patagonia, transformando cada kilómetro en una experiencia sensorial y visual. Desde el encanto costero de Caleta Córdova hasta el imponente refugio de los pingüinos en Punta Tombo, el viaje revela la magia de un paisaje que ya es una experiencia en sí mismo.

Por Diego Crova

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