En las sierras de Catamarca se encuentra otro bosque de arrayanes

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Si uno pronuncia la frase “bosque de arrayanes”, seguramente la primera imagen que se nos aparezca sea la del famoso Parque Nacional Los Arrayanes, con esos árboles de tono anaranjado a orillas del lago Nahuel Huapi, en Villa La Angostura.

Sin embargo, en la Argentina hay otro bosque de arrayanes, que pocos conocen y está en una geografía muy diferente al anterior: estos arrayanes están en las sierras de Ambato, en Catamarca, muy cerca de la localidad de Concepción, 48 km al sudoeste de la capital provincial, San Fernando del Valle.

Este bosque luce muy diferente a su “primo” patagónico. En principio, porque está en una región muy distinta a la del bosque andino patagónico, pero no menos interesantes: estas sierras marcan el extremo sur de la selva de Yungas, también llamadas selvas nubosas o lluviosas, que se extienden a lo largo de las laderas orientales de la Cordillera de los Andes desde Venezuela hasta el Noroeste de la Argentina.

Y también porque se trata de otra especie de arrayanes, aunque de la misma familia (Myrtaceae), conocidos como “matos”, por su nombre científico: Myrcianthes mato o pseudomato.

Caminata en las sierras

Para conocer este particular bosque catamarqueño hay que llegar hasta la plaza central de Concepción, desde donde parte una excursión: una caminata de 12 km (24 ida y vuelta) de dificultad baja/media, que demanda entre 6 y 7 horas en total.

Antes de salir, la guía Marta Santucho, que guía esta excursión desde hace varios años, da una breve charla sobre lo que se va a ver en el camino, y sobre qué se puede hacer y qué no (por ejemplo, no dejar basura ni botellas, botellas, no sacar plantas ni flores, no hacer fuego), y recuerda qué hay llevar: agua, alimentos, gorra, protector solar, etc.

“Se asciende hasta los 1.500 msnm, pero es una caminata bastante sencilla y agradable, que puede hacerla todo el mundo, desde chicos hasta gente grande”, cuenta Marta Santucho, que organiza esta salida “entre dos y tres veces al mes, según la demanda” (se requiere inscripción previa).

El trayecto -que también se puede hacer a caballo-, es muy interesante no solo por el paisaje -sierras, arroyos, distintas especies, cascadas-, sino sobre todo porque permite comprobar in situ cómo se va modificando la vegetación a medida que se asciende: en la parte baja, donde se inicia el recorrido, predomina el bosque chaqueño serrano, con algunos elementos propios de las Yungas, pero mientras más se asciende, se va invirtiendo la relación, y en la parte más alta domina la vegetación de Yungas, y la típica del chaco serrano reduce su presencia.

¿La razón? Por un lado, la mayor altitud -donde las temperaturas son más bajas-, y por otro, que las quebradas comienzan a ser más profundas, por lo que sus laderas están menos expuestas a la luz del sol.

“El bosque se hace más denso, más cerrado, y dentro de la quebrada de arrayanes es muy húmedo y frío, con muchos helechos y tierra bien negra”, cuenta Marta Santucho, nacida entre estas sierras. Y marca una diferencia muy particular: “solo en esa quebrada hay arrayanes, y en ese sitio específico, solo se ven arrayanes, no hay otros árboles”.

Naturaleza a pleno

Durante el ascenso se puede disfrutar de una gran variedad de flores, hongos, insectos, mariposas, aves. “Por el camino también se ven desde ovejas, cabras, vacas, serpientes e incluso cóndores”, cuenta. Marta. También hay pumas, más difíciles de ver, pero tranquilo: no les gusta la compañía de la gente, se alejan rápidamente.

La caminata es también una experiencia cultural, porque permite conocer el modo de vida de la gente que habita estos cerros. “Siempre pasamos por lo de la señora Salomé, que vive en las sierras y en su casa vende pan casero y tortillas, ideales para disfrutar con un mate con cedrón, cuña, arrayán o tomillo, o un té de burro”, dice Marta.

Y cuenta que Salomé también tiene nogales y plantaciones de manzanas y duraznos, y que en la zona el arrayán se usa desde siempre como diurético.

La salida se hace todo el año, en grupos de 20 a 30 personas. “Viene gente de todo el país; muchos riojanos, pero también de otras provincias”, dice Marta, y cuenta que comenzó a hacer la caminata ella sola porque disfruta mucho de hacer trekking, y luego el municipio de Huillapima (al que pertenece Concepción) comenzó a colaborar con el seguro para los caminantes, algunas frutas, agua.

¿Por qué tomarse un día para recorrer este poco conocido rincón catamarqueño? Lo responde Marta: “Hay que conocerlo porque es lugar con una naturaleza sorprendente, una vegetación espectacular. El bosque es muy lindo y el trekking, muy tranquilo, pintoresco y casi sin dificultades. Se disfruta de un paisaje diferente, de un bosque muy particular y hasta del vuelo de cóndores”.

MINIGIUA

Cómo llegar

– De Buenos Aires a Concepción son 1.138 km por RN 9, RN 60 y RN 38.
– Por Aerolíneas a San Fernando del Valle, desde $ 16.308 ida y vuelta con un equipaje de hasta 15 k despachado.
– Bus desde Retiro (20 de Junio,. Chevallier, Urquiza), desde $ 5.600 en semicama hasta $ 12.000 en suite.

Dónde alojarse

En Concepción, Hostería Concepción: habitación doble, $ 4.000; triple, $ 4.500. Departamentos para 4, $ 6.000; para 5, $ 6.500. Con desayuno, acceso a pileta y asadores (0383 428 2822; Facebook: Hosteria Concepcion).

Cuánto cuesta

La caminata guiada cuesta $ 500 por persona. Incluye un seguro (inscripción, Whatsapp + 54 9 3834 96 5867).

Dónde informarse

turismo.catamarca.gob.ar
casadecatamarca.gob.ar/los-bosques-de-arrayanes

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