Moconá, saltos de agua únicos en el mundo y protegido por la Selva Misionera

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El informe especial del diario digital La Mañana, de Córdoba, muestra el magnífico estado actual del caudal de agua que recorre en caídas de agua de tres kilómetros de extensión en la presente temporada de verano los Saltos del Moconá, en Misiones.

“El 24 de febrero los famosos saltos llegaron a una altura de 10 metros aproximadamente, el ultimo registro con esa caída fue en el año 2012, belleza que nos regala la naturaleza”, expresó, por su parte, el guardaparque y fotógrafo naturalista Fabián Franco al compartir algunas imágenes diarias del lugar.

Si bien el ícono turístico máximo de la provincia son las Cataratas del Iguazú, reconocidas como una de las “Siete Maravillas del Mundo” y declaradas “Patrimonio Natural de la Humanidad”, la presente temporada se llevan toda la atención otros destinos de la Selva Misionera, como son los Saltos del Moconá, un “lugar único en el mundo”, titulan en el artículo los periodistas cordobeses.

El Parque Provincial que protege los Saltos se encuentran a unos 300 kilómetros de la ciudad de Posadas, en la región centro este de Misiones. Para llegar hasta allí se puede ir en auto, atravesando la ruta costera dos que se dirigen -en un atractivo paseo ondulante- hacia El Soberbio, y desde esa localidad restarán otros 70 kilómetros aproximadamente para arribar al Parque.

Para ingresar al parque hay que pasar por un puente bajo, este dato es sumamente importante porque si se registraron lluvias, el agua puede taparlo y resulta imposible ingresar. Por lo que un rato antes de planear la visita, conviene buscar información para corroborar si el acceso está habilitado.

A unos pocos kilómetros del puente, se encuentra el Centro de Visitantes y el restaurante. La única manera de poder ver los Saltos es haciendo el paseo en lancha que ofrecen en el parque, el ingreso tiene costo, cuesta en promedio 650 pesos para turistas de otras provincias y da un acceso total al lugar, donde además se puede hacer senderismo.

“Para arrancar, comencé por hacer el sendero Chachí que en cuestión de minutos me mostró la selva en todo su esplendor: un agutí alimentándose en el camino, distintas aves jugando a camuflarse y enormes árboles siendo enroscados por otros. La magia de la selva despertó mis sentidos, caminé silenciosamente y atravesé un conjunto de helechos arborescentes, un añejo árbol de cañafistola de unos 12 metros de diámetro, y llegué hasta el mirador que da una primera aproximación a los Saltos. El río Uruguay permite divisar la falla en su curso, pero no deja ver la caída del agua. Del otro lado, se observan las costas de Brasil”, describen en el informe.

Ya en el embarcadero para el paseo naútico, desde el margen del río donde inicia el recorrido “aún no se puede ver nada, solo se escucha el bramido del agua. Una vez en marcha, la vista es imponente: un cañón de tres kilómetros de largo por donde el agua cae estrepitosamente. El comandante de la embarcación nos acerca a los saltos y se puede sentir la fuerza y la magnitud de estos. El paseo dura unos 20 minutos, pero parece un instante. Una experiencia única que refleja lo maravilloso de la naturaleza”, concluye la periodista Vanina Boco invitando a conocer el lugar para “sentir la inmensidad y la riqueza de la selva misionera”.

“En colectivo desde Posadas, el viaje dura unas cinco horas, hasta la localidad de El Soberbio. Una vez ahí, por una cuestión de coordinación de horarios del transporte, conviene buscar alojamiento en el pueblo o en el paraje cercano llamado Puerto Paraíso para programar el viaje hasta los Saltos”, informaron.

Desde El Soberbio, todos los días a las ocho de la mañana sale un colectivo hacia el Parque que regresa a las cinco de la tarde, dando el tiempo justo para realizar una visita completa y tranquila a todas las atracciones del lugar.

Ubicados en la Reserva de Biósfera Yabotí –un área de 253.773 hectáreas de selva protegida–, los Saltos del Moconá son el punto central de esta zona. Son únicos en el mundo ya que surgieron de una falla geológica que realizó un corte longitudinal sobre el río Uruguay, entre las desembocaduras de los arroyos Pepirí Guazú y Yabotí (del lado argentino), y los ríos brasileños Serapiao y Calixto. A esto se debe el origen de su nombre que en lengua guaraní significa “el que todo lo traga”.

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