Luego de que en 1912 se acabara su principal atractivo, al desplomarse la Piedra Movediza de la cima del cerro que hoy lleva ese nombre, la ciudad ocupó las décadas siguientes no sólo para reponer una réplica -aunque fija- en el lugar en 2007, sino que desarrolló el turismo en numerosos atractivos dentro y fuera del casco urbano.
Tandil está a unos 350 kilómetros al sur de Capital Federal, donde convergen las rutas provincial 30, 228 y 74 y constituye una propuesta ideal para fines de semana largos o vacaciones para turistas del área metropolitana.
El Cerro Movediza, a unos 3 kilómetros del centro, se mantiene como uno de los más visitados por turistas que van no sólo a fotografiarse junto a la piedra artificial que lo corona, sino también a ver los restos de la roca movediza original de 300 toneladas, que partida en tres piezas yacen al pie de la montaña.
También el cerro Centinela, a unos 4 kilómetros del centro de Tandil, tiene en su cumbre una piedra erguida -cuyo perfil se interpreta como el de un vigía o centinela-, aunque de sólo unas 70 toneladas, que le da el nombre y es un pintoresco atractivo.
A este cerro de menos de 300 metros de altura se puede ascender mediante una caminata por un sendero de tierra, rodeado de vegetación fresca y arbustiva, o por una aerosilla que recorre 1.260 metros sobre pinares, antiguas canteras mineras y sierras de menor altura.
Próximo a la cima existe un barranco en el cual los turistas pueden practicar rappel, además de espacios gastronómicos que ofrecen platos regionales.
El cerro Monte Calvario es el más cercano al centro y en sus atractivos confluyen la naturales y la religión, ya que en su ladera están representadas las 14 estaciones del Vía Crucis, mediante grupos escultóricos, entre eucaliptus, pinos y olivos.
Con una cruz de unos 15 metros de altura en la cima y la Gruta de Lourdes en una de sus laderas, es uno de los puntos más convocantes del turismo de fe, con cerca de 50 mil fieles en Semana Santa.
Un paseo por naturaleza al que vale dedicarle una jornada es el del Valle del Picapedrero, que a través de cerros y valles recorre los sitios que conservan el patrimonio cultural de los picapedreros de principios del siglo pasado, que se asentaron en sierras donde afloraban rocas graníticas con las que se hacían adoquines.
Un recorrido por el Cerro del Àguila, Los Corrales y La Aurora permite ver los vestigios de esos hombres, la mayoría inmigrantes españoles e italianos, que construyeron viviendas, brocales, caminos y puentes en la región.
Es un paseo que se puede hacer en vehículo a motor pero también a pie y en mountain bike, y es ideal para practicar actividades con cuerdas, como escalada, rappel y tirolesa, y observar la fauna regional, como liebres, lagartos, cigüeñas, halcones y guanacos.
También por los mismos medios se puede conocer uno de los más recientes circuitos, el Paseo de los Pioneros, en el cerro El Mate, que parte desde el camping municipal y a lo largo de 3.400 metros, desde un entorno natural ofrece estupendas vistas de los paisajes aledaños a la ciudad.
Para tener una vista panorámica del casco urbano, lo ideal es subir al cerro Mirador de la ciudad, y hacerlo desde el privilegiado sitio que brindan sus 286,5 metros de altura, donde también hay un castillo morisco con un restorán.
Tandil es una de las ciudades más famosas de Argentina por sus quesos y chacinados, por lo que cuenta con un Circuito del Salame y el Queso.
Este recorrido incluye casas de venta de productos regionales, que ofrecen variedades de salames y quesos locales, cada una con un valor agregado propio y que aporta a la identidad del Circuito, en el que se pueden realizar degustaciones.
En lo histórico cultural la oferta es variada, con edificios históricos, como el Palacio Municipal, los museos de Bellas Artes y Tradicionalista; la Posta de las Carretas, en la única esquina sin ochava de Tandil; la Estación Ferroviaria; el Patio Sarmiento y el Teatro de la Confraternidad Ferroviaria.