El INTI, en los últimos años, viene desarrollando capacidades tecnológicas en la industria nacional a partir de proyectos de aplicación y estudios que permiten ir apuntalando los eslabones de la cadena de valor de esta virtuosa tecnología, que como objetivo en el corto plazo nos proponemos la nacionalización de la tecnología de gasificación impulsando la conformación de consorcios público-privados.
Actualmente, el INTI encabeza un ambicioso proyecto con el que se busca transformar residuos en energía eléctrica y combustibles, a partir de la gasificación de biomasa. Esta iniciativa planea impulsar la industria nacional mediante el desarrollo de tecnología local y, a la vez, apunta a disminuir la utilización de combustibles fósiles para reducir la contaminación ambiental.
El Programa tiene como objetivo asegurar las condiciones tecnológicas, económicas y socio-ambientales propicias para insertar la gasificación de biomasa de fabricación nacional en la industria agroforestal, revalorizando así los recursos y residuos biomásicos.
Para ello, el INTI junto a la Universidad Nacional de Tucumán, el INTA, la empresa AGVE dedicada a la integración y gestión industrial, y pymes metalmecánicas y del sector agroforestal, conforman un equipo dedicado a la investigación, desarrollo y optimización de la gasificación de biomasa.
Los expertos del Centro INTI-Tucumán, junto al Programa de Generación Distribuida y el Centro INTI Chaco, cuentan cómo es el proceso de trabajo que articula a sectores públicos y privados.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de gasificación de biomasa?
La gasificación es un proceso por el cual los combustibles sólidos se transforman en una mezcla de gases combustibles denominada gas pobre. Desde el INTI estamos trabajando para aplicar esta tecnología en el país. En el proyecto que estamos llevando adelante la idea es poder utilizar, por un lado, residuos biomásicos de aserraderos, cosechas, podas, cáscaras de semillas, etc. y, por otro, contar con espacios foresto industriales destinados a generar biomasa para gasificarla y producir energía. En este último caso se utilizarían terrenos aprobados para reforestar, que no son apropiados para la agricultura alimenticia.
La Argentina posee una gran disponibilidad de biomasa apta para ser utilizada como energía. Según el informe Wisdom de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO (Food and Agriculture Organization por sus siglas en Inglés), la productividad leñosa anual sustentable de nuestro país es de 193 millones de toneladas, de las cuales 143 millones (42.900 kilotoneladas equivalentes de petróleo – ktep al año) son físicamente accesibles y están potencialmente disponibles para usos energéticos. A estos recursos se le suman 2,7 millones de toneladas de biomasa leñosa proveniente de los subproductos de aserraderos y de plantaciones frutales, y cerca de 2,3 millones de toneladas de otros subproductos biomásicos derivados de las agroindustrias, dando un total de recursos que ascienden a 148 millones de toneladas. De estos, 124 millones de toneladas anuales proceden de fuentes potencialmente comerciales. Esto representa unas 37.200 ktep/año, equivalente a más de la mitad de la Oferta Interna de Energía Primaria del país.
¿Cuáles son las posibles aplicaciones?
Puede utilizarse como uso térmico que consiste básicamente en quemar el gas. En el caso de Tucumán, uno de los productos que se utiliza para la citricultura es la cáscara de limón deshidratada, para lo que se necesita una gran cantidad de gas natural. A partir de la gasificación se podría reemplazar esta tecnología por el denominado “gas pobre”. La idea es disminuir la utilización de combustibles fósiles para reducir la contaminación. La otra posible aplicación es producir energía, conectarla a la red y venderla en el mercado eléctrico para ser aprovechada tanto en el uso domiciliario como en el industrial.
¿Dónde va llevarse a cabo la primera parte del proyecto?
La gasificadora va a instalarse en la zona de Las Talitas, al noreste de San Miguel de Tucumán. Actualmente, allí funciona el proyecto forestal destinado a generar biomasa, que está en la instancia de aprobación por parte de la Secretaría de Energía. Una vez aprobado, se realizará un contrato con la empresa AGVE quien será la encargada integrar el proyecto hasta la venta de la energía a la red eléctrica.
En el caso de las empresas privadas es necesario estudiar la factibilidad y sustentabilidad en cada caso, es decir, si económicamente pueden llevar adelante este proyecto. El hecho de ser una energía limpia tiene una mayor inversión en comparación con la aplicación de los combustibles convencionales, pero como los costos de la biomasa son menores, esto se compensa en unos pocos años. Este proyecto acompaña la idea del Estado de generar una matriz eléctrica con mayor participación de las energías renovables, la tecnología de gasificación puede hacer un aporte importante.
En los últimos años, Argentina ha marcado los primeros pasos en su búsqueda de la soberanía energética, tratando de reestructurar la matriz energética y reorganizando a los actores del mercado eléctrico (generadores, transportistas, distribuidores y grandes usuarios). Para lograr este objetivo se requiere soberanía —tecnológica y de conocimiento— y el apoyo de instituciones y centros tecnológicos que puedan lograrlo en forma sustentable y sostenible, enfrentando la crisis que genera la fuerte demanda actual y lo complejo del sistema de distribución centralizada.
Una de las principales iniciativas para promover el uso de energías sustentables fue la ley 26.190 que promueve un “régimen de fomento nacional para el uso de fuentes renovables de energía destinada a la producción de energía eléctrica” y apunta a aumentar el porcentaje del aporte de las energías renovables en un 8% en un período de 10 años. Actualmente la capacidad instalada para suministrar energía eléctrica a través de los distribuidores al mercado mayorista es de aproximadamente 32.835 megavatios eléctricos (MWe) de los cuales sólo el 0,11% corresponde a energías renovables de biocombustibles (biomasa y biodiesel). Para alcanzar la meta, Argentina debe explotar la capacidad de generar energía a partir de biomasa con menos del 20% en contenido de humedad (aptas para el proceso de gasificación) la cual representaría aproximadamente una tasa adicional de 422 megavatios (MW) de manera sostenible, eso significaría un aumento del 1,4% de la capacidad actual.
¿Cuál es el rol de INTI en el desarrollo de esta tecnología?
El INTI hizo el estudio técnico-económico y ha fijado el valor que tendría que tener la energía para que sea sustentable, tanto para la planta eléctrica como para el trabajo en el campo. El estudio ya fue presentado en la Secretaría de Energía de la Nación y está a la espera de aprobación. Una vez que se apruebe, el Instituto hará la ingeniería para la construcción de la planta. La etapa que sigue es de estudios técnicos, como la factibilidad de la conexión, que se irán llevando adelante a medida que avance el proyecto. Una vez que la planta gasificadora esté trabajando en óptimas condiciones, el objetivo es inyectar la energía a la red eléctrica o bien utilizarla como combustible.
¿Cómo será el proceso de fabricación nacional?
Al principio el núcleo del gasificador se importará de India, fabricando localmente los periféricos y accesorios, para luego poder fabricar el núcleo en el país. El Centro INTI-Mecánica ya se encuentra trabajando en el desarrollo del motor-generador, junto al ingeniero Alberto Garibaldi y la Universidad de Tucumán. El resto de los equipos que se necesitan, como las torres de enfriamiento, las bombas hidráulicas y las chipeadoras, ya se fabrican en el país.
La tecnología de gasificación de biomasa ya está probada. Una referencia local es la Planta Demostrativa en la localidad chaqueña de Presidencia de la Plaza.
Los técnicos del INTI aseguran que es factible desarrollar tecnología nacional modular para generar energía a partir de la gasificación de residuos y recursos biomásicos regionales. Para ello será necesario establecer una red sectorial entre las empresas metalmecánicas e instituciones tecnológicas y científicas que refuercen los desarrollos en el área de manera tal que, una vez finalizado el proyecto, quede establecida de forma sostenible una red científico-técnica abocada a resolver problemas energéticos a partir de esta tecnología.