Las estructuras coralinas en aguas del mar Caribe cercanas a Costa Rica y Panamá reportan un lento crecimiento y disminuyen de forma significativa en los últimos años.
Tan solo en Costa Rica, el 97% de los corales presentan daños en un área de 970 kilómetros cuadrados, indica la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA), lo cual alarma a grupos ambientalistas y autoridades gubernamentales.
La sedimentación, los fertilizantes que escurren a las costas y la práctica de un turismo irresponsable resultan los principales peligros en esta nación, destaca AIDA.
Ante la amenaza, el Ministerio de Aguas y Mares proyecta nuevas disposiciones jurídicas que prohíben anclar en zona de arrecifes, extraer los corales y realizar dragados o construcciones de cualquier tipo.
Según el titular de esa cartera, José Lino Chaves, el país cuenta con insumos jurídicos suficientes para fortalecer la legislación relativa a los temas marinos, pero falta voluntad política.
En tanto, estudios realizados en Panamá por el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, revelan que las partículas suspendidas en el aire a causa de la actividad volcánica contribuyen al lento crecimiento de los arrecifes en el Caribe.
Los ecosistemas de coral son sensibles a la concentración atmosférica de dióxido de carbono global y también a las emisiones regionales de aerosoles, señaló el investigador Lester Kwiatkowski.