Un grupo del Instituto de Fisiología Vegetal (INFIVE), que depende de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la UNLP y de CONICET, trabaja sobre la obtención de biomasa para energía a partir de dos especies muy conocidas en nuestra región: el álamo y el sauce.
La ecóloga Virginia Luquez junto al equipo técnico formado por Mauro Bartolozzi y Santiago Martínez vienen trabajando hace varios años en el aprovechamiento de la biomasa como fuente de energía renovable. Se trata de materia orgánica como la madera, los residuos agrícolas y de la producción alimentaria y algunos cultivos específicos, que se puede utilizar como combustible para obtener energía para fines industriales, comerciales o residenciales.
El aporte del grupo liderado por Luquez consiste en analizar y describir las principales características del uso de árboles de la familia de las Salicáceas (álamos y sauces) en plantaciones destinadas a la producción de energía. Recientemente han publicado un trabajo científico en el que analizaron distintos tipos de plantaciones y su sustentabilidad, evaluando especialmente los avances en el mejoramiento de sauces y álamos. Pero no se quedaron allí.
Puestas todas las cartas sobre la mesa, en la publicación discuten los aspectos que será necesario investigar para el desarrollo de este tipo de plantaciones en Argentina, en vistas a la producción de energía.
Efecto de la inundación y la sequía en álamos y sauces
¿Por qué estas dos especies? “No son las únicas especies para producir biomasa, pero sí unas de las que más se usan en climas templados y templado-fríos. Son de crecimiento rápido, se pueden propagar fácilmente por estacas, y la cosecha puede hacerse mecánicamente.”explica Luquez. Estas dos características las vuelven ventajosas para cultivos de rotación corta, pues pueden alcanzar una altura y diámetro importantes en un período relativamente corto de entre 2 y 10 años. Pero además “se pueden utilizar en plantaciones o en sistemas silvopastoriles, combinando la forestación y la ganadería.” agrega la investigadora.
Luquez y colaboradores realizaron distintos ensayos de la tolerancia de las especies a la inundación. Emplean clones de ambas especies, que son plantas genéticamente modificadas, o transgénicas, obtenidas mediante ingeniería genética.
“Trabajamos con plantas jóvenes, porque en general los árboles aumentan su tolerancia a la inundación con la edad, y las plantas chicas son más vulnerables al estrés”, relata Luquez.
Luego de evaluar la tolerancia a la inundación temprana de más de 100 clones de álamo y sauce, encontraron que “para las zonas inundables conviene plantar genotipos de ambas especies que broten y crezcan rápidamente, de manera que si ocurre un episodio de inundación, las plantas sean lo más grandes posible y no sean cubiertas totalmente por el agua.”
En estos años de sequía histórica, los experimentos realizados a campo con dos clones obtenidos por el INTA en distintas épocas, permitieron estudiar el efecto de la restricción hídrica, revelando notables diferencias.
“En un ensayo que no fue regado en ningún momento, y sólo recibió lluvia, casi todas las plantas de uno de los clones, llamado Yaguareté, murieron, mientras que las plantas del clon Barrett 13-44 sobrevivieron más. Encontraron que el clon nuevo, Yaguareté es más productivo y más tolerante a la inundación, mientras que el clon Barrett es menos productivo, y menos tolerante a la inundación, pero soporta mejor la sequía. “Dependiendo de las características del lugar donde se plante, será mejor elegir un clon o el otro.” comenta la ecóloga.
¿Ya conoces nuestro canal de YouTube? ¡Suscríbete!