Los árboles están luchando por ‘respirar’ y secuestrar así el dióxido de carbono (CO2) que atrapa el calor en climas más cálidos y secos.
El clima esta limitando la capacidad de los árboles para actuar como sumideros de carbono eficaces. Así lo indica una investigación liderada por la Universidad de Penn State, que sugiere una reevaluación del papel de los bosques en la mitigación de la huella de carbono global.
Max Lloyd, profesor asistente de investigación en geociencias de Penn State y autor principal del estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, explica: “En condiciones de calor y sequía, los árboles experimentan una especie de ‘tos’ que les impide respirar adecuadamente, liberando CO2 en lugar de absorberlo”.
Este fenómeno, conocido como fotorrespiración, se intensifica en climas cálidos, especialmente bajo estrés hídrico, duplicando su tasa en comparación con ambientes más frescos y húmedos.
La fotosíntesis permite a los árboles convertir el CO2 atmosférico en oxígeno y biomasa, pero la fotorrespiración contrarresta este proceso al liberar CO2. El estudio revela que este mecanismo se activa con temperaturas diurnas promedio superiores a los 20 grados Celsius, empeorando con el aumento de la temperatura.
La lucha de los árboles por respirar
Estos hallazgos complican la percepción general de las plantas como herramientas clave para capturar carbono atmosférico, ofreciendo una nueva perspectiva sobre su adaptación al cambio climático.
“Este desequilibrio en el ciclo del carbono plantea un desafío significativo”, afirma Lloyd, destacando la interconexión entre plantas y clima. Actualmente, las plantas absorben cerca del 25% del CO2 generado por actividades humanas anualmente, una cifra que podría disminuir a medida que el planeta se calienta y el agua se vuelve más escasa.
El estudio también introduce un método innovador para medir la fotorrespiración a través de isótopos en grupos metoxilo de la madera, permitiendo a los investigadores predecir la capacidad de los árboles para “respirar” en el futuro y entender su comportamiento en climas pasados.
Esta técnica abre nuevas vías para explorar la relación entre plantas y clima a lo largo de la historia geológica.
Con la concentración de CO2 atmosférico alcanzando niveles sin precedentes en los últimos 3,6 millones de años, la investigación subraya la urgencia de comprender y mitigar los efectos del cambio climático.
El equipo de Lloyd planea extender su estudio a la fotorrespiración en el pasado geológico, utilizando madera fosilizada para examinar cómo las plantas han influenciado el clima a lo largo de millones de años.
Este estudio no solo destaca la complejidad de los sistemas naturales en la regulación del clima, sino que también llama a reconsiderar la eficacia de los bosques como solución al cambio climático bajo condiciones futuras más cálidas y secas.
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