Millones de consumidores latinoamericanos se están convirtiendo en aliados claves del medio ambiente con simples rutinas caseras como lavar la ropa o hacer hielo en la nevera.
Conscientes de que la batalla por la protección del medio ambiente empieza por casa, esos consumidores se están volcando cada vez más a la compra de aparatos con la etiqueta “Eficiencia Energética”, que en la práctica significa un ahorro sustancial en las cuentas de luz, aunque también significa un espaldarazo al planeta.
Según los expertos, el mundo podría ahorrar unos $350 mil millones dólares al año en facturas de electricidad y reducir el consumo global de energía en más de un 10% cada año –el equivalente a casi un año de uso eléctrico en toda la Unión Europea-, si se adoptasen universalmente estos electrodomésticos eficientes.
Por ejemplo, un acondicionador de aire eficiente podría ahorrarle a una familia mexicana unos 1.350 dólares en un año.
Latinoamérica se encamina hacia esa meta. Simples acciones como fijar el aire acondicionado en 24 grados centígrados en verano, ubicar la heladera en un lugar fresco y desactivar el modo de espera de los electrodomésticos se están convirtiendo en hábitos de los consumidores latinoamericanos, quienes están más informados sobre las prestaciones de los equipos y su impacto en el medio ambiente.
En una región donde unas 40 millones de personas todavía no tienen acceso a la electricidad y con proyecciones de que el consumo de energía se duplicará en los próximos 15 años, hacer más eficiente el consumo es una de las formas más fáciles y económicas para ahorrar recursos sin perder confort.
La iniciativa global Energía Sostenible para Todos (Sustainable Energy4All, en inglés), impulsada por Naciones Unidas y el Banco Mundial, busca duplicar el índice de mejora en eficiencia energética antes de 2030.
Gracias a la eficiencia energética, se podría reducir el 72% de las emisiones de carbono para el 2020 y así ayudar a evitar que el incremento de la temperatura promedio en el mundo supere los 2º C.