Denuncian terrible maltrato a monos en un centro de investigación

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Una investigación encubierta de PETA que duró seis meses muestra el sufrimiento y la negligencia extrema en el Centro Nacional de Investigación de Primates de Wisconsin (WNPRC por sus siglas en inglés), un centro financiado por contribuyentes en el que casi 2.000 monos están confinados dentro de jaulas pequeñas y desoladas de acero en habitaciones sin ventanas. PETA les está pidiendo a los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) y al Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA, por sus siglas en inglés) que investiguen al WNPRC por aparentes nuevas violaciones a la ley federal. El USDA ha multado a la Universidad de Wisconsin–Madison (casa matriz del WNPRC) en reiteradas oportunidades por no brindarles atención básica a los animales, en la primavera recibió una multa de $74.000 dólares.

Filmaciones en video y fotografías muestran a los inteligentes primates, enloquecidos por el confinamiento extremo y continuo (algunos durante más de dos décadas), privados de sus necesidades más básicas y tratados con crueldad y desprecio. Un empleado dijo que algunos monos no pueden estar en una jaula con otros “porque son imbéciles” y se pelean por las condiciones nefastas, estresantes y deficientes, terminan con heridas profundas y dolorosas, con dedos tan gravemente lastimados que tienen que ser amputados y otras lesiones. Otros monos se mutilaban a sí mismos o caminaban de un lado al otro o en círculos sin parar, una forma de enfrentar la angustia mental. Algunos monos se arrancan el pelo de todo el cuerpo. Se encontró que muchos padecían diarrea crónica durante meses e incluso años. Cornelius, un mono que ha estado en el WNPRC durante una década, por lo general aislado, constantemente mantenía una postura encorvada o con su cara presionada contra los barrotes de la jaula. Como dijo un supervisor, “se supone que el personal no puede decir” que “los monos parecen deprimidos … pero a veces lo hacen”.

A las macacas las obligaban a parir solas en las jaulas con piso de alambre. Las madres y los bebés aterrorizados lloraban y trataban desesperadamente de aferrarse unos a otros mientras los trabajadores los separaban. A algunos bebés los tenían en un sótano desolado hasta tatuarlos a fin de identificarlos. A algunos monos los llevaban de sus jaulas a una silla de inmovilización, agarrados de collares de metal pesados que eran obligados a usar y luego les aplicaban descargas eléctricas en sus penes hasta que eyaculaban.

“Estos son nuestros compañeros primates, sociables e inteligentes, desesperados por escapar del dolor y del aislamiento, son tratados como si fueran prisioneros en una de las peores cárceles del mundo en el Centro Nacional de Investigación de Primates de Wisconsin”, dice la Dra. Alka Chandna, vicepresidenta de investigaciones en laboratorios de PETA. “El WNPRC recibe decenas de millones de dólares de los contribuyentes cada año, sin embargo, en todos estos años han sido incapaces de cumplir incluso con los mínimos estándares de bienestar animal exigidos por ley”.

PETA también le está pidiendo al WNPRC, el cual junto a la UW-Madison recibieron más de $300 millones de los contribuyentes en 2019, que libere a todos los animales de sus laboratorios en santuarios, comenzando por Cornelius, y devuelva la subvención que recibe de los NIH.

PETA, cuyo lema en parte dice que “los animales no son nuestros para experimentar en ellos” y que se opone al especismo, una visión supremacista del mundo, está pidiéndoles a sus simpatizantes que insten a los NIH a dejar de usar el dinero de los contribuyentes para encerrar y financiar experimentos con primates y se enfoque en hacer investigación relevante, de vanguardia y sin animales.

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