Gracias a un proyecto de rewilding, yaguaretés, nutrias gigantes, guacamayos y osos hormigueros, entre otros animales, vuelven a dominar el paisaje del Gran Parque Iberá
Un encuentro inesperado con una yaguareté en libertad, sorprendió a un periodista en una recorrida por los Esteros del Iberá.
En una extensa nota, se detalla cómo vivieron la presencia de Porá, una de las yaguareté que se encuentra libre por el gran Parque Nacional.
“¡Está ahí, afuera de la jaula!”. El grito del biólogo Pablo Guerra nos sorprendió a todos. Nos habían pedido que nos escondiéramos detrás de la 4×4 Hilux plateada para ver, si, en una de esas, la tímida yaguareté Malú (llegada recientemente de Piriápolis, Uruguay) se acercaba a comer en el gran corral al aire libre donde permanece encerrada, pero de pronto nos pedían que nos acercáramos y mirásemos fuera de la jaula.
Tuvimos muchísima suerte, del lado de afuera del alambrado se encontraba Porá, otra yaguareté que, sorprendentemente, había ido a visitarla. A tan solo 10 metros teníamos al magnífico animal, de unos 90 kilos, con su hermosa piel amarilla, negra y blanca.
Minutos antes, Pablo nos había explicado que si nos encontrábamos con uno de estos felinos en libertad, debíamos quedarnos quietos y jamás darle la espalda y escapar corriendo. Pero nunca habíamos sospechado que tendríamos que seguir su consejo tan pronto. Los yaguaretés solo atacan a un humano si se sienten amenazados. Al vernos, Porá emprendió una veloz carrera hacia unos pastizales para alejarse del grupo de humanos.
Fue una secuencia de unos 30 segundos: habíamos sido tremendamente afortunados al observar esa escena en nuestro primer día de excursión. Es muy difícil encontrarse casualmente con uno de los ocho yaguaretés que circulan libres por la isla San Alonso de los Esteros del Iberá, Corrientes, gracias a un proyecto de reintroducción de la Fundación Rewilding. Sobre todo porque Porá, al ser cachorra, todavía no tiene un collar de detección que permita seguirla y conocer su ubicación.
¿Qué hacía Porá tan cerca de la jaula? Aparentemente habría ido a visitar a Malú, aunque los yaguaretés no son animales gregarios y tienden a andar solos. Al acercarnos al alambrado nos encontramos con otra sorpresa. Porá había excavado un poco la tierra, allí estaban sus huellas. ¿Quería entrar a la jaula para estar más cerca de Malú? ¿O tal vez quería atacarla? Imposible saberlo. Es muy raro que una hembra vaya a buscar a otra.
En nuestro segundo día en la isla, salimos a caballo para intentar divisar a algún otro ejemplar de yaguareté, pero no logramos hacerlo, pese a los esfuerzos de Guerra para localizar a uno de ellos con una antena. Cuanto más nos acercábamos, más se alejaba el animal, que probablemente estaba escapando de nosotros.
En cambio, sí pudimos ver venados, ciervos, zorros grises y pecaríes (unos cerditos grises de cuello blanco) en este verdadero jardín del Edén correntino. Para que los inexpertos porteños podamos diferenciarlos fácilmente, Pablo nos explicó que los venados son pequeños y marrones y los ciervos más grandes y de color naranja.
De los infernales incendios que castigaron a Corrientes en febrero, ni noticias. La naturaleza se tomó revancha y resurgió en todo su esplendor, pese a que el fuego estuvo a punto de arrasar el casco de la estancia donde nos alojamos en la isla. Fuera del Parque Iberá, sí se ven grandes plantaciones de pinos (especie no autóctona del lugar) con sus troncos ennegrecidos.
El Gran Parque Iberá abarca 750.700 hectáreas y está conformado por el Parque Provincial y el Parque Nacional Iberá. La creación de este último fue posible gracias a la donación de 158.000 hectáreas linderas al Parque Provincial por parte The Conservation Land Trust Argentina, el fondo antecesor de la Fundación Rewilding, del fallecido empresario estadounidense Douglas Tomkins.