Ganó un cordero en una rifa, pidió que se lo dieran vivo y se hizo vegetariana

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Una rifa cambio dos vidas para siempre. Principalmente la de Dolly, que tenía como destino ser la cena navideña, y la de Bernardita, la joven afortunada en el sorteo que tras ver la desesperación del animal decidió salvarlo y en adelante ser vegetariana.

La oveja –acompañada de pan y ensalada– era el primer premio de una rifa de fin de año, pero la joven de 27 años pidió que se la entregaran viva.

“Nos habían dado números y yo los compré sin prestar mucha atención a los premios”, relató la protagonista en diálogo con INFOCIELO. Cuando la cifra ganadora quedó vacante y Bernardita supo qué había detrás, pidió que llevaran al animal a la escuela rural en donde se desempeña como docente de Plástica.

Sin embargo, la cooperadora del establecimiento resolvió realizar nuevamente el sorteo y sucedió lo que Bernardita más esperaba: resultó ganadora con el número 2 y reiteró el pedido de que no lo mataran.

“Me moría si me daban el animal muerto. Estuve toda la tarde hinchando para que no le hicieran nada”, contó. Y agregó: “Me había quedado traumada, había hablado con las chicas de la agrupación de perros de la que participo comentándoles mi indignación”.

Finalmente, su pedido se materializó: “Me lo terminaron entregando vivo, un cordero bebé, de cuatro o cinco meses. Me lo traje en la caja de la camioneta de una de las chicas que trabaja conmigo, estaba atado de pies y manos”, describió.

Y explicó: “Lo que me mató -más allá de que yo venía haciendo un proceso de replantearme un montón de cuestiones de la industria animal- fue la mirada; tenía una mirada descolocada y fija, como hacia a la nada, y yo sentí que ella creía que yo la llevaba al matadero”.

Bernardita y Dolly hicieron juntas el trayecto de Bermúdez hasta Lincoln en la parte trasera del vehículo hasta llegar a la quinta de una de sus compañeras de trabajo. “Me sentí tan culpable, que en vez de dejarla y estar contenta –porque, de última, la había salvado– yo me seguía sintiendo mal, me puse en su piel y pensé que es algo que les pasa tantos animales…”, reflexionó.

“Ahora está en libertad, es una que salvamos de haber ido a la parrilla”, reflexionó la docente, quien decidió dejar a los animales fuera de su plato a partir de esta experiencia.

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