Varios equipos científicos estudian desde hace unas décadas el comportamiento de algunos animales ante sustancias naturales que generan alcohol y otras sustancias que llamaríamos drogas. Los primates son usuarios habituales. ¿Lo hemos heredado los humanos?
Ronald Siegel, psicofarmacólogo estadounidense, está convencido de que la fauna salvaje es una gran consumidora de sustancias que para los humanos se llamarían drogas.
Las sustancias psicoactivas
Con su equipo recorre el mundo recabando información sobre si, como los seres humanos, los animales recurren al consumo de sustancias psicoactivas, energizantes, narcóticas contenidas en hojas, en partes del cuerpo de sus presas, en frutas maduras.
La respuesta es clara. «En todos los países y en casi todas las clases de animales, encontré ejemplos de consumo de drogas que no era accidental, sino intencionado», explica en su libro «Intoxication. The Universal Drive for Mind-Altering Substances» (Park Street Press, 2005).
Los animales también quieren evadirse
Astrágalo, plantas narcóticas, setas alucinógenas… Cualquier cosa que altere nuestra conciencia y nuestras percepciones sensoriales del momento puede ser un objeto de disfrute y un elemento buscado por los animales. «La vida aquí arriba es dura» parecería estar diciendo un larguirucho mono araña colgado de una rama. Hemos estado con ellos en la selva del Yucatán.
El alcohol es un elemento fácil de encontrar
Esa sensación placentera en los animales incluye el alcohol. A varios mamíferos africanos, entre ellos los elefantes, les gusta ponerse morados con los frutos anaranjados del árbol de la marula, Sclerocarya birrea. ¿Y por qué los anaranjados antes que los amarillos verdosos? Porque las bayas fermentan cuando están muy maduras y generan etanol.
La Hipótesis del Mono Borracho
Según Wikipedia, la «hipótesis del mono borracho» es una teoría según la cual «el metabolismo humano del etanol puede derivar de la dependencia de los antepasados primates del Homo sapiens de la fruta madura y en fermentación como fuente de alimento dominante».
Esta tesis, propuesta por su autor, el Dr. Robert Dudley, ha ganado adeptos y ha disparado la curiosidad de la comunidad científica de los paleogenéticos.
A los primates les gusta emborracharse, y también a los paquidermos como los elefantes. Los monos vervet azules son especialmente amigos de la bebida. Lo afirma un estudio realizado en 2002 por el Consejo Médico de Canadá.
Los investigadores tuvieron en cautividad a un centenar de monos vervet azules que vivían en la isla de Saint Kitts (en el Caribe) y les ofrecieron varias bebidas, algunas alcohólicas. Les sorprendió comprobar que sólo el 15% de los monos prefería el zumo de frutas al alcohol. Los demás eran bebedores más o menos ocasionales.
Los científicos prometen que esos monos del test fueron liberados antes de dar signos de dependencia.
La inconsciencia de los jóvenes… monos
En los animales, como en los humanos, los efectos del alcohol pueden no ser muy positivos. Y en 1993, un equipo de investigadores de México y Canadá, observaron que los jóvenes vervet son más tendentes a beber alcohol que sus padres. ¿Inconsciencia de los adolescentes?
Piensan que esas diferencias en la atracción por el alcohol y consumo están relacionadas con que los mayores tienen más responsabilidades sociales. «Es posible que los adultos beban menos porque tienen que estar más vigilantes y más atentos a la dinámica social del grupo», escribe Siegel en el estudio.
Animales y drogas, no sólo los primates
Azucena Martín en Hipertextual se interesa por este tema y comenta sobre otros animales con simpatía manifiesta por el alcohol y otras drogas.
«Se ha visto a elefantes comiendo frutas posiblemente fermentadas, a delfines dando mordisquitos estratégicos a un pez globo y a canguros gozándolo en los campos de adormideras. También ocurre algo parecido con primates no humanos», comenta. Animales y drogas es una combinación más habitual de lo que sabemos hoy.
Descubriendo el alcohol en los monos
Héctor Rodríguez en National Geographic comenta que cuando Dudley dio conocer su hipótesis en 2004 ya se había demostrado que algunas frutas consumidas por los primates contenían un porcentaje de alcohol natural de hasta el 7%.
Pero el profesor no tenía datos que demostraran la preferencia de los primates por aquellas frutas fermentadas, ni tampoco de sabía si serían capaces de digerir el alcohol de la fruta.
Un estudio posterior al enunciado de la Hipótesis del Mono Borracho dirigido por la primatóloga Christina Campbell de la Universidad Estatal de California en Northridge -CSUN- y una estudiante de posgrado, Victoria Weaver -autora de una de las fotos de este artículo- apoyó la tesis de Dudley.
Un equipo de científicos estudiando al mono araña
Para reforzarla, ambas científicas recolectaron y analizaron las frutas consumidas y desechadas por los monos araña de manos negras –Ateles geoffroyi- de Panamá. Y publicaron los resultados en la revista Open Science de la Royal Society
Cambell y su alumna fijaron la concentración de alcohol de la fruta del hobo o jobo –Spondias mombin-consumida por los monos araña entre el 1 y el 2% de alcohol en volumen. Resultado de la fermentación natural de las levaduras que metabolizan el azúcar de la fruta madura.
Para ir más allá, Campbell y Weaver se asociaron con Dudley y con un estudiante de la Universidad de California en Berkeley, Aleksey Maro, para analizar el contenido de alcohol en todas las frutas de las que se alimentaban los monos araña.
«De hecho, en una línea de investigación paralela, Maro está realizando actualmente una investigación sobre el contenido de alcohol en la dieta de frutas de los chimpancés de Uganda y Costa de Marfil», comenta el periodista de National Geographic.
«El estudio es una prueba directa de la Hipótesis del Mono Borracho», afirma Dudley. En primer lugar, el etanol está presente en la fruta que comen. Y comen mucha fruta.
Los monos metabolizan el alcohol
Por otro lado, lo que en realidad están haciendo estos monos es metabolizar el alcohol, tal y como demuestran los metabolitos secundarios que encontramos en su orina», continúa. «Lo que verdaderamente aún no sabemos es cuánto alcohol están consumiendo y cuáles son sus efectos conductuales y fisiológicos», añade.
Si la fruta del hobo o jobo –Spondias mombin- favorita de los monos araña tiene concentraciones de alcohol de entre el 1 % y el 2 %, que es la mitad de la concentración de la cerveza, «resulta probable que los monos comieran fruta con etanol por las calorías”, dice Campbell. “Estos obtendrían más calorías de la fruta fermentada que de la fruta no fermentada. Más calorías significa más energía”.
Efectos en monos y en humanos
Y el propio Dudley duda de que los monos sientan los mismos efectos embriagadores que experimentamos los humanos con el alcohol.
«Probablemente, no se estén emborrachando, porque sus estómagos se llenan antes de alcanzar niveles de borrachera. Pero esto tampoco excluye que el consumo de alcohol pueda estar dándoles algún otro beneficio fisiológico. El alcohol que consumen podría tener un efecto antimicrobiano», afirma.
Es cierto que el contenido calórico de las frutas fermentadas, con un pequeño contenido de alcohol, es elevado. Eso es bueno para los monos de hoy en día y también lo era para nuestros antepasados.
En algún momento, como Homo sapiens, nos dimos cuenta de los efectos placenteros del alcohol y cambió el motivo por el que lo consumíamos.
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