Muchas especies ya extintas las podemos conocer hoy en día gracias a las inclusiones en ámbar que permiten su conservación. Los especímenes más recientes hallados fueron dos. El primero es un embrión-neonato de una serpiente fosilizada, que conserva el esqueleto postcraneal articulado, las vértebras, detalles de la escamación. El segundo es una serpiente que conserva un fragmento de la piel mudada. Es importante aclarar que el fragmento es tan pequeño que los científicos no han podido determinar con certeza si pertenece a la misma especie que la cría.
Estos fósiles ofrecen la primera evidencia de que algunas serpientes de la era del Cretácico vivieron en los bosques, ya que debido a que el ámbar emana de los árboles, cualquier cosa conservada en su interior debe haber vivido cerca. La especia de esta serpiente, llamada Xiaophis myanmarensis, sufrió su desaparición hace unos 99 millones de años, según informó la revista Science Advances que está llevando a cabo la investigación.
“El ámbar recolecta todo lo que toca, más o menos como un pegamento, y luego lo conserva durante cien millones de años”, menciona Michael Caldwell, profesor del departamento de ciencias biológicas de la Universidad de Alberta, en Canadá. “Cuando atraparon a la serpiente bebé, atraparon también el suelo del bosque, con sus insectos, plantas y excrementos de insectos, por lo que está claro que la serpiente vivía en un bosque” agregó.