En la costa de Puerto San Julián, avanza un proyecto innovador con algas que busca reconectar ciencia, mar y comunidades costeras: la siembra experimental de Macrocystis pyrifera, conocida como cachiyuyo.
Por primera vez en Santa Cruz, un cultivo iniciado en laboratorio ha sido llevado al mar para analizar su desarrollo en condiciones naturales.
Éxito en la primera fase de siembra de algas
La bióloga Milagros Schiebelbein, de la Fundación Por el Mar (PEM), celebró los resultados iniciales: “Tuvimos un cultivo de algas súper exitoso que nos motivó a seguir. Lo más importante es que alcanzaron el tamaño necesario para irse al mar”, explicó.
El proyecto aún está en fase piloto, con el objetivo de:
- Evaluar la factibilidad técnica del cultivo.
- Medir su impacto en el ecosistema marino.
- Explorar usos productivos sostenibles, como bioestimulantes para suelos y pellets alimenticios para ovejas.
Cómo se cultiva el cachiyuyo en laboratorio
Las pruebas combinan ciencia aplicada, manejo artesanal y aprovechamiento circular de materiales.
El proceso incluye:
- Recolección de láminas reproductivas en el mar.
- Limpieza y estrés controlado, para obtener las esporas.
- Cultivo en agua de mar filtrada, donde las esporas se adhieren a un hilo enrollado en un tubo de PVC.
- Desarrollo durante nueve semanas, hasta alcanzar el tamaño ideal para ser trasladadas al mar.
Las algas no se reproducen por esquejes como las plantas terrestres, sino mediante esporas microscópicas, que apenas superan los tres milímetros en su etapa inicial antes de transformarse en ejemplares gigantes.
Evaluación en el mar: un paso crucial
Con el cultivo trasladado al agua, el equipo de PEM monitorea diariamente su evolución.
El objetivo es analizar:
- Si las algas logran adherirse correctamente.
- Su capacidad de crecimiento en el entorno marino.
- Qué modelos de siembra funcionan mejor para futuras expansiones.
Impacto ambiental y regeneración del océano
Este trabajo forma parte de la línea de acción de la Fundación Por el Mar, que impulsa soluciones sostenibles en la Patagonia argentina.
El éxito en San Julián refuerza la posibilidad de desarrollar un modelo de regeneración ambiental, donde comunidades y océanos colaboren en la restauración ecológica.