En Gran Bretaña no se podrán vender automóviles nuevos a gasolina y diésel a partir de 2035 – cinco años antes de lo previsto-, aumentando así la presión sobre una industria automotriz que ya lucha para hacer frente a una caída global de las ventas y las consecuencias del Brexit.
Esto, por la tanto, implica también que se irán dejando de vender esos combustibles tradicionales, según anunció el primer ministro británico Boris Jhonson.
De esta forma, la estrategia para cumplir con los compromisos de reducir a cero la emisiones para 2050 y luchar contra el cambio climático se torna aún más agresiva.
Los fabricantes están preocupados mientras se adaptan a la nueva industria de autos híbridos.
Otros países, como Noruega e India también están avanzando en ese camino y espera que en no más de una década todos sus autos generen cero emisiones.