Una startup argentina crea vehículos autónomos y exporta al mundo

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American Robotics (también conocida como AR Robotics) es una startup argentina que hace vehículos autónomos (UGV, por sus siglas en inglés) terrestres, que incluyen inteligencia artificial (IA), y en la que llevan invertidos más de u$s7 millones.

Sus productos se hacen a medida, íntegramente en el país, ya llegaron a la Antártida y hasta se exportan a Paraguay, Brasil, México y Emiratos Árabes. Mientras perfeccionan sus desarrollos, buscan inversores y socios estratégicos.

Javier Sebastian Mirich es el CEO de la compañía y un convencido que los vehículos sin conductor serán una realidad en el corto plazo, tanto en los sectores productivos como los de defensa y seguridad; y en ese tren se embarcó hace no más de cuatro años.

American Robotics produce soluciones en tres plataformas

La de menor porte, por ejemplo, involucra un peso de alrededor de 350 kilos y se presenta en dos versiones (con y sin ruedas) para servir al ámbito civil, para usar en la industria y en acciones de seguridad ciudadana (como, por ejemplo, el patrullaje perimetral en barrios privados).

Con sensores que permiten capturar imágenes y permitir el monitoreo en tiempo real y remoto de forma autónoma, este vehículo genera alertas en función a la configuración preestablecida.

Los otros dos modelos, ya de mayor tamaño y peso, tienen por destinatario a la industria militar y de defensa, dado que se pueden transformar en robots bomberos o de comunicaciones, con y sin armamento, que se puedan enganchar (o no) desde un helicóptero y que, según se lo haya diseñado, puede resolver situaciones de rescate, de entrenamiento, y más.

American Robotics: cómo funciona la startup

La de American Robotics es una propuesta íntegramente desarrollada en el país, desde el boceto hasta el código de software, que se hace a medida y a partir de cuya demanda se configura la IA de cada cliente, entre los que se encuentra el Estado argentino.

Se trata de un startup que no tiene más de cuatro años de actividad, trabaja en conjunto con científicos del Conicet y cuyo equipo está integrado por 20 personas.

En el caso de las soluciones destinadas a la sociedad civil, Mirich señaló a los sectores productivos. “Aplicamos para las grandes industrias, como las productoras de petróleo, de gas, de electricidad o también para parques industriales”, señala al portal iProUP.

“Es como una computadora con ruedas, que se va moviendo, y a la que podemos adaptar a las distintas necesidades, con distintos sensores y tecnologías para, por ejemplo, revisar si hay pérdidas en cañerías o tuberías que se encuentran a muchos metros de profundidad; facilitar las inspecciones de lugares peligrosos y hasta utilizar la IA para detectar algo que esté por romperse o por fuera de sus parámetros normales”, puntualiza.

El emprendedor revela que trabajan en una inteligencia que controlará a los operarios humanos, por ejemplo, en el uso los elementos de seguridad y protección personal adecuada, como zapatos y lentes.

Para defensa, a su vez, fabricaron vehículos autónomos que, por ejemplo, podrían tener la capacidad de disparar armamento. Se trata de un robot que tiene las dimensiones y la apariencia de un tanque de guerra mediano, que puede cargar hasta 3.000 kilos y arrastrar hasta seis toneladas.

Es un vehículo híbrido y que puede adecuarse para cargar armamento o antenas de comunicaciones, como también camillas y transformarse en una ambulancia. “Es una plataforma que permite cambiar y adaptarse a las necesidades del entorno de la operación que se requiera en cada momento”, aclara Mirich.

American Robotics: qué ofrece la startup

El de la Antártida es el proyecto más grande en el país, que desarrollan desde hace dos años. “Estamos trabajando con la administración de Argentina en la Antártida, con dos equipos, y con otros que estamos diseñando para objetivos puntuales. Los hacemos en conjunto con la Dirección General de Investigación y Desarrollo (DGID) del Ejército Argentino y el Comando Conjunto Antártico”, confía Mirich.

Se trata de robots que aspiran a colaborar con las tareas científicas de Base Esperanza y a reducir el riesgo de vida de las personas que allí trabajan. Por ejemplo, al captar distintos parámetros de ambiente, ayudar en tareas de búsqueda y rescate, u otras operaciones peligrosas.

Una funcionalidad que se incorporó este año fue la de instalar cámaras que capturen imágenes de las comunidades del pingüino emperador, que alimenten a la IA y, entonces, poder automatizar la tarea de su contabilidad, algo que hoy se hace a mano, con un cuenta-ganado o un sobrevuelo en areonave. Sin embargo, no siempre las condiciones climatológicas y las temperaturas extremas permiten trabajar a la intemperie y sería el robot el que podría encargarse de garantizar esta tarea.

Por estos días, incluso, la empresa trabaja en un pedido concreto para robustecer esta experiencia en el continente blanco: dar vida a un vehículo autónomo cuyo georadar sume la función de detectar grietas en glaciares, por ser uno de los grandes peligros a los que se enfrentan los equipos técnicos dado que muchas veces no se las puede advertir a simple vista, aún cuando pueden tener cientos de metros de profundidad.

“Nuestro equipo le va a permitir hacer un mapa de esas grietas y poder divisar si hay alguna delante y, en ese caso, detener la marcha, censar el terreno y buscar un camino seguro”, completa.

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