En 2020, el emprendedor entrerriano Sebastián Mirich fundó American Robotics, una startup dedicada al diseño y fabricación de vehículos no tripulados para seguridad privada en barrios cerrados y parques industriales.
Sus diseños llegaron a referentes del Comando Conjunto Antártico, quienes le pidieron si podía adaptar uno de esos vehículos a las condiciones extremas de viento (más de 100 km/h) y temperatura (hasta 30 grados bajo cero) del continente blanco. Así nació el Skua, un Vehículo Terrestre No Tripulado (UGV, por sus siglas en inglés), que además puede cumplir funciones de asistencia a las tareas que allí realizan científicos e investigadores.
De barrios cerrados y parque industriales… a la Antártida
“Aceptamos el desafío. Hicimos un equipo oruga y en 2022 cumplimos la primera misión”, cuenta Mirich.
“Una de las tareas fue hacer un censo en una colonia de pingüinos Emperador de más de 500.000 ejemplares. Para esto entrenamos al equipo con IA (inteligencia artificial) para reconocer y contar pingüinos, que además de ser muchos, se mueven todo el tiempo. Esto significa una mejora en la eficiencia y la precisión de esta tarea que solía hacerse con un cuenta-ganado, con un considerable margen de error”, explica.
“Otra tarea que realiza el vehículo es detectar grietas que han sido tapadas por la nieve a través de un radar”, apunta.
El Skua (bautizado con el nombre de un ave antártica), mide cerca de 1,40 metros de largo, 0,70 de ancho y 1,40 de alto, y pesa 300 kilos. Cuenta con cámaras ópticas, un dispositivo que permite determinar la distancia mediante un emisor láser, GPS y georradar para mapear el subsuelo. Además, se puede manejar por control remoto o trabajar de forma autónoma. Y también se le puede adicionar un brazo robótico, a fin de tomar mediciones o muestras que necesitan los científicos residentes en la Antártida.
Una nueva versión del vehículo, el Skúa II, está siendo probada en la campaña antártica 2024 que comenzó este verano. Es bastante más grande que su antecesor con cerca de 2,10 metros de largo, 1 de ancho y 1,70 de alto, con un peso cercano a los 600 kilos.
El nuevo modelo tiene mayor autonomía (hasta 8 horas), permite llevar cargas y hasta tres pasajeros. Una de sus funciones es la de búsqueda y rescate, permitiendo llevar camillas o suministros sin arriesgar personal, sobre todo en zonas de grietas.
Durante la campaña antártica también se está probando, el vehículo “Mula”, más grande que los anteriores. Similar a un tanque en fisonomía y tamaño, fue diseñado para transportar carga y cumplir varios propósitos, entre ellos el de ambulancia, con posibilidad de llevar equipamiento médico en el interior y hacer las veces de consultorio móvil o ambulancia.
Cuánto cuesta un vehículo no tripulado
Actualmente trabajan en la compañía 25 personas, en su mayoría científicos y técnicos. Tenemos convenios con el Conicet, distintas universidades nacionales y la dirección de investigación y desarrollo del Ejército”, destaca Mirich. “La mayoría son de Gualeguaychú y de Entre Ríos, pero también tenemos personal que ha venido de otras provincias. En Concordia hay una carrera (de la Universidad Nacional de Entre Ríos, UNER) de Ingeniería con especialidad en mecatrónica, y también hay carreras de electromecánica y Bioingeniería en la UNER y la UTN”, comenta el emprendedor.
La idea es este año desarrollar unos 26 vehículos autónomos, en sus diferentes modelos, para proveer a las 13 bases que hoy funcionan en la Antártida, tanto temporales como permanentes, y también comenzar a proveer a clientes del exterior. Cada vehículo autónomo tiene un costo de alrededor de u$s125.000 y se realizan a pedido.
“American Robotics nació para exportar”, dice Mirich y destaca que ya recibió pedidos de cotización de sus vehículos autónomos desde Brasil, México, España, Arabia Saudita y Emiratos Árabes, hacia donde viajará próximamente en misión comercial.
Para aumentar la producción con vista al mercado externo, la firma realizó una importante inversión (alrededor de u$s 3 millones de dólares) para montar una planta productiva en Gualeguaychú, la cual será inaugurada en abril.
Además de sus empleados directos, la firma desarrolló una veintena de proveedores, entre metalúrgicas, autopartistas y desarrolladores de software, en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba.
“Aunque estamos en un momento de crisis, en la Argentina tenemos los recursos naturales y humanos para desarrollar tecnología y subirnos a la ola de la inteligencia artificial. Las empresas que lo hagan ahora pueden ser el próximo Google”, asegura Mirich.
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