La Estación Astrofísica de Bosque Alegre, dependiente del Observatorio Astronómico de Córdoba (OAC, en barrio Observatorio), es el espacio abierto en Córdoba para investigadores, científicos, aficionados y simplemente curiosos que quieran profundizar la mirada en el cielo.
Fueron dos telescopios de la Estación cordobesa, precisamente, los que participaron de un descubrimiento casual que revoluciona el conocimiento en el campo de la astronomía: detectaron el primer asteroide con anillos en la historia.
El 3 de junio pasado, astrónomos de Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay participaron en una investigación sobre cuerpos menores (es decir, cuerpos que no son planetas) del Sistema Solar liderada por el Observatorio de Río de Janeiro (Brasil), el Observatorio de París (Francia) y el Instituto de Astrofísica de Andalucía (España).
Consistió en una práctica común: registrar el paso del asteroide “Chariklo” (descubierto en 1997) delante de una estrella lejana que por unos segundos vería su luz bloqueada. Este fenómeno se conoce como “ocultación estelar” y se realiza entre otras cosas para medir el tamaño y la fisonomía de este asteroide que es casi tan grande como la provincia de Córdoba y está ubicado a unos dos mil millones de kilómetros de la tierra.
Dos de los nueve telescopios latinoamericanos que apuntaron a “Chariklo” son los de la Estación Astrofísica de Bosque Alegre, perteneciente a la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Detrás de esos dos telescopios lideraban los astrónomos Diego García Lambas (director del OAC) y Matías Schneiter, y los astrónomos aficionados Raúl Meliá y Carlos Colazo.
Y fue allí que les llamó la atención dos “puntitos”, bastante dispersos entre sí, que nada tenían que ver con el asteroide de 250 kilómetros de diámetro que estudiaban. Los demás observatorios latinoamericanos, desde sus perspectivas, descubrieron otros “puntitos” que, sumados, constituían 13 fragmentos del anillo. Esos fragmentos, unidos en forma de “collar”, develaron algo desconocido: que hay un anillo (compuesto por hielo y rocas) alrededor del asteroide “Chariklo”.
El hallazgo es un aporte único a la astronomía porque hasta antes del 3 de junio de 2013 se creía que los anillos eran exclusivos de los planetas gigantes como Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Pero con este descubrimiento, puramente casual (como la mayoría de los descubrimientos), se sabe ahora que los cuerpos menores también pueden tener anillos: de los más de 600 mil cuerpos menores en el Sistema Solar, “Chariklo” es el primero en su condición.
Sólo tres “anillos” se descubrieron desde la tierra: Saturno (en 1610), Urano (en 1977) y “Chariklo” (en 2013).
Alejo Gómez
Día a Día
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