¿Dejar de comer carne va a salvar el futuro del planeta?

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Las dietas son una de las principales fuentes de problemas para la salud y el medio ambiente. Continuar comiendo de la forma en que lo hacemos amenaza a las sociedades, a través de la mala salud crónica y la degradación del clima, los ecosistemas y los recursos hídricos de la Tierra.

Elegir dietas mejores y más sostenibles es una de las principales formas en que las personas pueden mejorar su salud y ayudar a proteger el medio ambiente.

Posiblemente muchos de nosotros vimos algún documental en Netflix que nos prendió la lamparita y hasta quizás nos impulsó a tomar más consciencia sobre estas temáticas. Documentales como What the Health, Game Changers, Cowspiracy, Seaspiracy, Forks Over Knives son buenos faros para entender, dar perspectiva y hacer un poco de sentido sobre un tema tan importante para el futuro de la humanidad: ¿dejar de comer carne va a salvar el futuro del planeta?

Una reciente investigación hecha por la Universidad de Oxford y la Universidad de Minnesota identificó que alimentarse a base de plantas además de ser la mejor dieta para la salud, resulta ser lo mejor para el planeta. Los hallazgos fueron que los alimentos asociados con una mejor salud (cereales integrales, frutas, verduras, legumbres, nueces y algunos aceites vegetales con alto contenido de grasas insaturadas, como el aceite de oliva) tienen uno de los impactos ambientales más bajos. Los alimentos con los mayores impactos ambientales negativos —carnes rojas procesadas y sin procesar— se asociaron consistentemente con los mayores incrementos en el riesgo de enfermedades.

Según estudios de la ONU, cambiar a una dieta basada en plantas es uno de los caminos más significativos para combatir el cambio climático, debido al gran estrés ambiental que conlleva la cría de ganado.

Podemos analizar la emergencia climática que vivimos dividiendo cada impacto en tierra, fuego, aire y agua (los cuatro elementos de la filosofía griega) y ver cómo, no solo nuestra salud depende de nuestras decisiones, sino también la salud del planeta. Y como somos lo que comemos, podemos trasponer esa misma frase a nuestro planeta y decir: el planeta es lo que comemos, está según lo que comemos y su salud depende, en gran medida, de lo que comemos.

TIERRA: El 70% de la tierra cultivable es utilizada por la ganadería, representando el 45% de la tierra mundial: cada segundo, entre 1 y 2 hectáreas son deforestadas para la cría de animales. La ganadería es la responsable del 90% de la deforestación del Amazonas, tan sólo Brasil, país que alberga la mayor parte de la selva amazónica, ha transferido más de 60 millones de animales a esta región. El uso de áreas vírgenes para la cría de ganado – y la agricultura que se necesita para alimentar a esos animales- es el mayor responsable de la extinción masiva de vida salvaje.

Para bajar estos números a tierra: por cada comida que contenga carne, 55 metros cuadrados de bosque son destruidos.

FUEGO: El calentamiento global está directamente relacionado con la emisión de gases del efecto invernadero. Con menos bosques para absorber los gases del efecto invernadero, mayor es el calentamiento global. Por dar un ejemplo, en la década de los 90 la selva amazónica absorbía 2.000 millones de toneladas de CO2 que, según datos de Greenpeace, ahora se traducen a la mitad.

AIRE: La cría de ganado, la industria de la leche y del huevo son responsables del 14.5% de emisión de gases de efecto invernadero, siendo los segundos mayores emisores a nivel global. Inclusive, estas industrias emiten más gases del efecto invernadero que todo el sistema de transporte mundial. De ese 14.5%, el 65% proviene de la carne roja y los lácteos.

AGUA: El consumo de agua dulce de la industria animal es alarmante: se requieren 18.800 litros de agua para producir 1 kilo de carne, 3600 litros para 1 kilo de huevos, 6800 para 1 kilo de queso y 7500 para 1 litro de leche, frente a 390 litros para 1 kilo de verduras.

Además, según los estudios presentados por el documental Seaspiracy:

  • Para el año 2050 los océanos quedarían libres de peces: con una pesca anual de 2.7 billones de peces, ya no quedaría qué pescar dentro de 30 años.
  • Teniendo en cuenta la contaminación que produce la pesca, se estima que casi el 50% de la basura de la gran isla de plástico que se encuentra en el Pacífico, corresponde a redes de pesca, contra un 0.03% que representan los sorbetes.

Contra lo que se cree, los bosques no son los mayores responsables de absorber los gases del efecto invernadero: El 93% de todo el carbono se almacena en el océano. Las plantas marinas pueden almacenar hasta 20 veces más carbono que los bosques terrestres. Sin embargo, el calentamiento de las temperaturas del océano está haciendo que el océano pierda su capacidad para absorber carbono, lo que tendrá impactos devastadores en el clima: perder solo el 1% de las reservas de carbono de los océanos es equivalente a liberar emisiones de 97 millones de automóviles.

PLANTAS Y MÁS PLANTAS

Elegir dietas mejores y más sostenibles es una de las principales formas en que las personas pueden mejorar su salud y ayudar a proteger el medio ambiente. Una dieta basada en plantas nos permite reducir un 85% nuestra huella de carbono relacionada a los alimentos y evitar o disminuir el riesgo de enfermedades tales como diabetes, hipertensión, cáncer, entre muchas otras. También demanda significativamente menos agua y menos tierra cultivable.

No es necesario pensar en cambios radicales, pero sí sostenibles: todo cambio que podamos llevar en nuestra alimentación en camino a reducir el consumo de animales y sus derivados va a generar un impacto ambiental positivo: comer una hamburguesa de origen animal menos por semana ahorrará el equivalente a 515 kilómetros en emisiones de carbono.

Hay más de 20 mil plantas comestibles en el mundo, y están llenas de propiedades, ricas en vitaminas y en nutrientes. La clave es ir incorporando nuevos alimentos, nuevas recetas, descubrir nuevos sabores y ampliar el espectro de ingredientes. Ponerse como meta incluir 2 o 3 comidas a base de plantas por semana, no solo tendrá un impacto beneficioso en nuestra salud y la del medio ambiente, sino también permite aprender diferentes tipos de cocina, y comer más rico, más variado, mejor.

Si pensás que comer vegetales es aburrido o feo, es porque aún no los cocinaste bien. La gastronomía local no incluye en sus platos tradicionales gran cantidad de vegetales, por eso es importante abrir horizontes y mirar la gastronomía internacional: el oriente es la perla del mar. Su base vegetariana nos permite inspirarnos y recrear platos increíblemente ricos, sanos, en armonía con nuestra salud y la de nuestro planeta, sin olvidar también el bienestar animal.

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