El satélite Sentinel-1A ya envía información de la Tierra

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Su despegue el pasado 3 de abril desde Kourou, en la Guayana Francesa, fue perfecto, pero poco después de que el lanzador inyectara al nuevo satélite Sentinel-1A cerca de su órbita, saltaron las alarmas. Al introducir sus coordenadas en la base de datos de basura espacial, las pantallas anunciaron que el viejo satélite Acrimsat de la NASA iba a pasar a tan solo 20 metros de la nave. 

 
“Fue un tema serio y la primera vez que pasa algo así en el espacio”, explica el ingeniero español Ramón Torres (Zaragoza, 1960), jefe del proyecto Sentinel-1, desde el centro ESTEC de la Agencia Espacial Europea (ESA) en Holanda.
 
“Las maniobras para evitar colisiones son algo habitual, pero nunca había sucedido un evento de este tipo de forma tan inmediata. Así que, aunque los propulsores todavía no estaban bien calibrados, tuvimos que estimar rápidamente el impulso a aplicar. Ni muy pequeño ni muy grande, ya que se corría el riesgo de producir una rotación indeseada o la pérdida de iluminación solar para el satélite”, recuerda. 
 
Afortunadamente la pericia de los técnicos permitió efectuar una maniobra de adelantamiento por debajo de Acrimsat y alejar a Sentinel-1A del peligro. En los días siguientes fue recuperando órbita y ya se aproxima a su altitud definitiva, 693 kilómetros, donde operará a lo largo de los próximos siete años. La nave pasa cada 100 minutos por los dos polos y da 175 vueltas alrededor de toda la Tierra durante un ciclo de 12 días. 
 
Este Sentinel (centinela, en inglés) es el primero de una serie de satélites del programa Copernicus de monitorización de la Tierra promovido por la Comisión Europea y la ESA. Sus datos servirán para gestionar el tráfico marítimo, identificar cultivos, detectar movimientos de tierras y vigilar masas de hielo. 
 
El principal y único instrumento del satélite es un avanzado radar de apertura sintética, compuesto por una antena exterior de 12 metros –que transmite y recibe pulsos de frecuencia de microondas– y una electrónica asociada. Opera día y noche, y sus imágenes no se ven afectadas en ningún momento por la presencia de nubes o cualquier otro fenómeno meteorológico. 
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