En 2100 Argentina sufrirá 4 grados más por el cambio climático

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Desde hace tiempo que los científicos que estudian el cambio climático le prestan atención al aumento de la temperatura de los océanos: se sabe que, sin una acción global, en el futuro causará un alza ostensible de hasta un metro en el nivel de los mares en todo el mundo y pondrá en peligro de desaparición a muchas ciudades y poblaciones costeras. Ahora, una nueva investigación muestra que ese ritmo de calentamiento se está acelerando más de lo que se pensaba. El pronóstico para la Argentina es alarmante, si además se tiene en cuenta que podríamos sufrir una disparada de hasta 4° en la temperatura terrestre.

“La tasa de calentamiento oceánico en el período 1991-2018 es aproximadamente 5 veces más rápida que la registrada entre 1970 y 1991”, resumió el estadounidense Zeke Hausfather, coautor del estudio del Grupo de Energía de la Universidad de California, en diálogo con ambito.com.

El análisis, que refuta ciertas especulaciones sobre una ralentización de este fenómeno en los últimos 15 años, ratifica además que es el hombre y no los procesos naturales el principal responsable. “Estimamos que, efectivamente, todo el calentamiento que el mundo ha experimentado desde 1970 es atribuible a las actividades humanas. De hecho, los factores naturales, como las variaciones en la energía del sol o los volcanes, habrían hecho que la Tierra se enfríe ligeramente durante los últimos 40 años”, concluyó el especialista.

Tomando como partida un escenario sin reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, los cálculos señalan que la temperatura de los océanos aumentará 0,78° a finales de siglo, lo que elevará el nivel del mar unos 30 centímetros por encima del ya significativo incremento provocado por la fusión de los glaciares y las capas de hielo.

Según los pronósticos, el 2018 será el año más cálido registrado en los océanos. Aunque es cierto que antes de mediados de la década de 2000, explicó Hausfather, “las mediciones eran mucho menos frecuentes y se usaban dispositivos llamados batitermógrafos, sondas de temperatura conectadas por cable a un barco, que se hunden en el océano. Pero tienen un problema: no miden la profundidad a la que se toman las temperaturas”.

Por eso mucha información debió ser corregida, en otros períodos directamente los datos eran muy escasos, y se requirió una calibración mucho más fina para producir registros consistentes.

El gran cambio fue a principios de la década de 2000, cuando se pudo desplegar una red de miles de robots autónomos, llamados flotadores Argo, que “se sumergen a profundidades de aproximadamente 2000 metros y miden la temperatura, la salinidad, el pH y otras características del océano a medida que ascienden lentamente”. Una vez que el Argo flota en la superficie, los datos recopilados se transmiten a los científicos por satélite.

Cómo pueden repercutir estas alteraciones en distintas partes del mundo por ahora es tema de modelos científicos, pero hay bastante consenso de que el impacto será fuerte y a escala global. “En términos generales, la tierra se calienta más rápido que los océanos, y las áreas cercanas a los polos se calientan más rápido que las áreas cercanas al ecuador. En nuestro mapa interactivo de datos de temperatura, en Argentina ya registramos un calentamiento de 1.3° desde finales de 1800, y esperamos hasta 4° para 2100 si las emisiones continúan aumentando sin cesar”, advirtió. Las consecuencias serán las mismas que si los incrementos se limitasen a 1.5° o 2°, es decir, fuertes inundaciones y sequías extremas, pero mucho más severas.

“Además, el aumento del nivel del mar debido a la expansión térmica y la fusión de las capas de hielo podría ser de más de un metro para 2100, lo que causaría una inundación significativa de las áreas costeras, especialmente cuando se combinen con marejadas ciclónicas”, agregó.

Lejos de fatalismos, el científico vislumbra que todavía hay oportunidad de enderezar el barco antes de la colisión. “Aún no es demasiado tarde para que el mundo reduzca las emisiones y evite el calentamiento de más de 2° en comparación con los niveles preindustriales. Pero cuanto más demoremos en reducir las emisiones, más importantes deberán ser esas reducciones para evitar los peores resultados”, señaló.

En sus palabras, el llamado a una acción internacional casi se percibe como una simple ecuación matemática: “Un mundo con un calentamiento de 3° es peor que un mundo con calentamiento de 2°, y un mundo con calentamiento de 4° es mucho peor que un mundo con calentamiento de 3°”.

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