Un estudio pionero muestra la gran responsabilidad del comercio global en la pérdida masiva de especies en todo el planeta, conectando claramente la cesta de la compra de los países más consumidores con las salvajes presiones que arrasan los tesoros naturales. El cafe que alguien toma en Estados Unidos está conectado con la deforestación de Centroamérica (donde se cultiva ese café) que tiene en la picota al mono araña, el más amenazado del planeta.
‘Al menos un tercio de las amenazas a la biodiversidad en todo el mundo están vinculadas a la producción para el comercio internacional’, explican los autores de este estudio que aparece en Nature Ecology & Evolution. En este trabajo se localizaron los puntos clave del planeta en los que hay casi 7 mil especies amenazadas y se trazó su conexión con la cadena de consumo de la Unión Europea, Estados Unidos, China y Japón. De este modo, se puede ver fácilmente cómo los animales en peligro de determinados puntos del planeta sufren con la demanda de bienes por parte de los grandes consumidores.
Por ejemplo, el lince y docenas de otras especies sufren en la península Ibérica por la presión de la agricultura con la que se están abasteciendo los mercados europeos y norteamericanos. ‘Es digna de mención la importante huella de Estados Unidos en la biodiversidad del sur de España y Portugal, ligada a los impactos en una serie de especies amenazadas de peces y aves, dado que estos países rara vez son percibidos como puntos de amenaza’, explican en su estudio.
‘Lo que este trabajo nos muestra es que los humanos estamos asaltando el planeta’, resume David Nogués-Bravo, especialista en macroecología de la Universidad de Copenhague.