Los árboles de hoy son mucho más grandes que los de hace décadas

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Emitimos mucho CO2. Muchísimo, para ser más fieles a la realidad. Ya en 2010 un estudio de la Universidad de Almería calculaba que solo en nuestra alimentación, desde que producimos la comida hasta que la expulsamos, cada español emitimos alrededor de dos toneladas de dióxido de carbono anuales.

No está nada mal. Sobre todo si tenemos en cuenta que, como ha alertado ya en varias ocasiones la ONU, las emisiones globales han ido creciendo hasta alcanzar niveles récord.

Desde hace años buscamos formas de echar el freno e incluso revertir ese ingente flujo de emisiones. Estrategias hay para todos los gustos: repensar la movilidad, la energía, las propias ciudades o incluso “cazar” el CO2 ya liberado.

En ese empeño uno de nuestros grandes y primeros aliados es la vegetación y la fotosíntesis, el proceso por el que las hojas utilizan la energía de la luz solar para combinar el CO2 de la atmósfera con agua y nutrientes y crear así su alimentación.

Un equipo de investigadores de Ohio, en EEUU, acaba de comprobar hasta qué punto los árboles actúan como nuestros aliados para atrapar CO2. Y, sobre todo y lo que resulta realmente asombroso, cómo han cambiado los bosques al hacerlo la propia concentración de carbono en la atmósfera.

Su conclusión es llamativa: el cambio climático está convirtiendo a los árboles en “glotones”.

Durante su estudio el equipo de la Universidad Estatal de Ohio ha comprobado cómo los niveles elevados de CO2 en la atmósfera han aumentado el volumen de madera de los bosques.

“Ayudando a proteger el ecosistema”

“Aunque otros factores, como el clima y las plagas, pueden afectar de algún modo al volumen de un árbol, el estudio descubrió que los elevados niveles de carbono provocaron un aumento sistemático del volumen de la madera en diez grupos diferentes de bosques templados de todo el país”, explica la universidad estadounidense en un comunicado. “Esto sugiere que los árboles están ayudando a proteger el ecosistema de la Tierra de los impactos del calentamiento global”.

La clave, abundan los investigadores de Ohio, está en la propia “fertilización con carbono”: “La entrada de dióxido de carbono aumenta la tasa de fotosíntesis de una planta”.

Según sus cálculos, a lo largo de las últimas dos décadas los bosques de EEUU han secuestrado alrededor de 700 o 800 millones de toneladas de CO2 cada año, lo que representaría del 10 al 11% de las emisiones totales registradas en el país. “Si bien la exposición a altos niveles de CO2 puede tener efectos nocivos en los sistemas naturales e infraestructura, los árboles no tienen problemas para atiborrarse del suministro adicional de gases de efecto invernadero de la Tierra”, aclaran.

¿En qué se traduce esa “glotonería” en la práctica?

La Universidad de Ohio aporta un ejemplo gráfico.

“Si imaginas un árbol como un enorme cilindro, el volumen adicional que el estudio encuentra equivale a un anillo de árbol adicional —explica Brent Sohngen, profesor de Economía Ambiental—. Aunque el crecimiento puede no ser apreciable para el ciudadano medio, en comparación con los árboles de hace 30 años, la vegetación moderna es entre un 20 y 30% más grande”.

Quizás no parezca un porcentaje muy elevado, pero cuando hablamos de enormes secuoyas como las que se dispersan a lo largo de la costa del país, un 20 o 30% más de volumen se traduce en una considerable capacidad adicional a la hora de almacenar dióxido de carbono.

Para trabajar con perspectiva y tener una idea precisa de la evolución, el equipo de Ohio analizó datos históricos del Programa de Inventario y Análisis del Servicio Forestal de EEUU (USFS-FIA), lo que le permitió comprobar cómo ha evolucionado la biomasa de ciertos grupos forestales con el paso de los años. “El estudio estima que entre 1970 y 2015, hubo un aumento significativo en el volumen de madera de los árboles, lo que se correlaciona con un claro aumento en las emisiones de CO2”.

El informe, publicado en Nature Communications, muestra que entre los años 1970 y 2015 las concentraciones de CO2 aumentaron en alrededor de 75 ppm (parts per million).

“Encontramos que este aumento de CO2 estimuló un incremento del volumen de madera en los bosques de 75 años regenerados de forma natural en EEYY en un 12,3%”, zanjan los investigadores antes de aclarar, eso sí, que su análisis se centra en regiones forestales templadas repartidas a lo largo del este de EEUU. Algunos estudios sugieren que en entornos más fríos y menos húmedos los efectos de la exposición al carbono podrían ser menos contundentes en el volumen del arbolado.

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