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Un aumento del 50% de las emisiones globales de CO2 provocaría una reducción de las precipitaciones en la misma medida que la tala de toda la selva.

La defortestación en la Amazonía ha ido en aumento por varios años, pero se ha disparado desde 2018, cuando fue elegido Bolsonaro

Considerando que más del 90% de la población de águilas harpías vive en el Amazonas, la conservación del bosque húmedo garantiza la persistencia de la especie.

Se trata de Ricardo Salles, uno de los más cercanos al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. La Corte Suprema abrió en mayo una investigación en su contra.

A pesar de su reciente hallazgo, estas aves ya se encuentran en peligro de extinción por los incendios de los bosques y la fragmentación de su hábitat.

La deforestación se extendió a lo largo de 13.853 kilómetros cuadrados en los seis ecosistemas de Brasil, un área en 13,6% superior a la destruida en 2019.

Investigadores concluyeron que, previo a la llegada de los europeos, los habitantes que vivían en esa zona no generaron un daño a los ecosistemas.

Entre 2010 y 2019, este bosque produjo un 18 % más de CO₂ del que transforma en oxígeno La deforestación y degradación forestal de la Amazonia brasileña contribuye a este cambio

A pesar de la pandemia de COVID-19, la pérdida de bosque primario en los nueve países amazónicos se ha recrudecido.

Científicos están examinando porque los bancos de sargazo en el Atlántico han proliferado de forma explosiva durante la última década, ensuciando el Caribe y extendiéndose hacia la costa de África. Ahora se cree que una de las principales causas es el aumento de descargas de contaminantes orgánicos del río Amazonas.