¿Qué ingerimos cuando comemos? Según datos oficiales la inocuidad de los alimentos no es respetada, ya que el límite de agroquímicos permitidos -que también es fuertemente criticado por especialistas- es superado, y eso genera serios problemas en la salud humana. ¿Cómo defenderse frente a tanto veneno? Los profesionales lo resumen así: comiendo productos agroecológicos.
Tras un pedido de información pública al Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) en 2020, la organización Naturaleza de Derechos analizó y sistematizó los resultados de los controles oficiales del ente oficial sobre la presencia de agrotóxicos en frutas, hortalizas, verduras, cereales y oleaginosas, entre 2017 y 2019 en todo el país, y detectó que, en los 48 alimentos estudiados por el organismo oficial había 80 principios activos (agroquímicos). En el 31% de los casos, los agrotóxicos superan los límites legales establecidos por el propio ente nacional.
En su informe “El Veneno continúa llegando al plato – Alimentos y residuos de agrotóxicos en la Argentina”, la organización explicó que de los 80 principios activos hallados:
- el 75% actúan como alteradores hormonales, ya que son considerados disruptores endocrinos conforme al inventario de información científica disponible y la clasificación en la Unión Europea.
- el 49% son considerados agentes (probables o posibles) cancerígenos conforme al inventario de información científica disponible y clasificaciones de entes regulatorios y la Agencia de Investigación del Cáncer (IARC)
- el 20% son considerados inhibidores de las colinesterasas (enzimas que permiten la transmisión nerviosa).
El 48% de estos principios activos son insecticidas, 41% fungicidas,10% herbicidas y 1% antioxidantes. Además, el 47% de ellos fueron cancelados (para ciertos usos o la prohibición total) en la Unión Europea.
Los 48 alimentos analizados son: pimiento, pera, manzana, tomate, naranja, uva, limón, durazno, lechuga, banana, mandarina, frutilla, pomelo, palta, ananá, sandía, durazno pelón, arándano, papa, cereza, acelga, apio, zanahoria, cebolla, melón, ají, perejil, mamón, espinaca, trigo, maíz, rúcula, kiwi, ciruela, soja, radicheta, zapallo, lima, pepino, ajo, berenjena, chaucha, kale, mango, almendra, damasco, batata y poroto.
Y de estos, los más envenenados, según la cantidad de agrotóxicos hallados:
1- Pimiento: 37
2- Pera: 35
3- Manzana: 33
4- Uvas: 30
5- Tomate: 30
6- Naranja: 30
7- Banana: 24
8- Lechuga: 26
9- Durazno: 28
10- Limón: 29
¿Qué comemos realmente?
El Imidacloprid fue el agroquímico con más presencia residual. Está presente en 216 formulados comerciales autorizados en el país y en más del 50% de los casos aparece combinado con hasta otros cinco químicos, detalló la investigación. En la UE fue prohibido en 2020.
Además, los agrotóxicos presentes en estos alimentos superaban, en un 31% de los casos, los parámetros legales de la propia SENASA, aunque esos límites definidos por el organismo sobre el máximo de residuos (Resolución SENASA 934/2010 – 608/2012) “no implican inocuidad alimentaria en absoluto”, aclaró Naturaleza de Derechos.
“La determinación legal es arbitraria, además de estar basada en un conocimiento sesgado, no científico, privilegiando el interés económico por encima de la salud pública”, expresó.
“En realidad, los parámetros reglamentarios, tanto los de la normativa local (SENASA) como los del CODEX Alimentarius -está bajo el dominio de los intereses del Comercio Internacional-, no son valores guía seguros, ya que son abstractos sin comprobación empírica, y además no consideran los efectos sinérgicos y epigenéticos y la multiplicidad de fuentes de exposición diaria a los agrotóxicos, ya sea por inhalación (en las localidades rurales donde se realizan las fumigaciones a cielo abierto) o consumo de agua con residuos de agrotóxicos”, sumó la organización.
Además, agregó que la fórmula para determinar los límites máximos de residuos (LMR) en cada sustancia toma como referencia a una persona de 70 kilos y detalló que eso “excluye a una gran parte de la población (principalmente niños, niñas, adolescentes) que está por debajo de ese peso”.
Por lo tanto, consideró que estas reglamentaciones son insuficientes y que representan “una violación del derecho a la salud”. También, destacó que el hecho de estar en una pandemia es un “agravante”.
Cómo comer más saludable
El nutricionista Hernán Maroni, por su parte, dijo a Carbono News que las implicancias de seguir produciendo y consumiendo alimentos con agrotóxicos son “dramáticas”. “Parte de estos venenos empleados actúan como disruptores endócrinos (alteran las hormonas de nuestro cuerpo), sin dejar de lado que algunos de ellos son cancerígenos además de afectar nuestro sistema nervioso”, detalló. Y agregó que el empleo de estas sustancias daña los ecosistemas: “Alteran y erradican la biodiversidad de los cultivos, alterando la flora y la fauna en las zonas de elaboración de alimentos”.
Como una solución para esta problemática, los investigadores resaltaron la necesidad de que las reglamentaciones a los LMR sean más adecuadas, teniendo en cuenta todos los factores de daño posible, y señalaron que la salud sólo puede alcanzarse “si se reconoce el derecho a una buena nutrición”.
Además, aclararon que no sólo es para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de 2030 de la ONU, sino también para asegurar “la salud humana y planetaria de las generaciones futuras”.
No obstante, lo más importante para ellos es la transición a un nuevo paradigma agroecológico que no permita el uso de agroquímicos (pesticidas artificiales, reguladores de crecimiento y fertilizantes sintéticos solubles) en los cultivos.
“Las autoridades deben tomar una decisión política para dejar de favorecer a un pequeño número de empresas que ofrecen sus ‘paquetes tecnológicos’ como si fuese la única alternativa para producir alimentos para el mundo, a expensas de envenenar a los pueblos rurales y a todas las personas que consumimos esos alimentos”, argumentó Maroni.
“Sin duda debemos comenzar a fomentar y consumir alimentos agroecológicos. Hoy a través de los bolsones que ofrecen diferentes organizaciones y cooperativas es posible conseguir estos alimentos a un precio aún menor que en las verdulerías tradicionales”, informó. “La evidencia científica muestra que la producción agroecológica es posible, es sustentable y deja más margen de ganancia para los productores”, sostuvo.
Agrotóxicos en Argentina
En Argentina no hay datos oficiales sobre la cantidad de agrotóxicos que se utilizan por año. Según el último dato disponible, de la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes, que nuclea a las principales empresas productoras, en 2015 “se comercializaron 305 millones de litros kilos de agrotóxicos”.
“Proyectando al 100% del mercado y ponderando los números del comercio informal cada vez más creciente (que según la propia FAO ronda el 15 %) y la actualización de la información en medios especializados en temas de agricultura industrial, válidamente se puede concluir que en Argentina, se utilizaron 410/427 millones de kg/l de agrotóxicos, en el año 2015; 465 millones en el año 2016; 480 millones en el año 2017, y 525 millones en el año 2018”, analizaron desde Naturaleza de Derechos.
Y agregaron que “en relación a 2019 y 2020, el volumen comercializado de agrotóxicos en la Argentina, ascendió un 20% aproximadamente en total. Estos nuevos datos, indican que la cantidad total anual de agrotóxicos al 2021, ya es superior a los 600 millones de litros-kilos”.