El riesgo de desastre ambiental no detiene a las potencias que buscan explotar el Ártico

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Con una reserva de 90 mil millones de barriles de petróleo y grandes cantidades de gas, el Ártico puede ser escenario de otra Guerra Fría por recursos naturales

El Ártico es, junto con la Antártida, la última gran reserva de recursos naturales del planeta, que hasta el momento ha conseguido quedarse al margen (aunque no totalmente) de la explotación indiscriminada por parte del hombre.

Una situación que de la mano del cambio climático y las pujas geoestratégicas de las potencias, puede cambiar más temprano que tarde.

El Consejo Ártico, el principal órgano de cooperación entre las ocho naciones que comparten la tutela de la región, está en el limbo. Desde el año pasado que no se reúne, y hasta el momento lo único seguro es que el 11 de mayo vence el término de Rusia al frente de la presidencia rotativa, cargo que deberá pasar a Noruega.

Rusia es el segundo mayor productor de petróleo del mundo, pero con los recursos del Ártico podría llegar fácilmente a la primera posición, a la vez que multiplica sus reservas.

Rusia es el mayor de los ocho estados del consejo y, por lo tanto, “en principio” estará involucrada en cualquier decisión o actividad, comenta Thomas Winkler, embajador del Reino de Dinamarca en el Ártico. Qué pasará si Moscú decide avanzar en la explotación de la zona “todavía es algo que se está considerando”.

Lo que está claro es que el statu quo está en peligro, poniendo en riesgo la cooperación científica que floreció desde el final de la Guerra Fría.

Y las cosas se están poniendo tensas en un momento en que tanto el calentamiento del Ártico como la carrera por sus recursos (posiblemente millones de barriles de petróleo y ricos depósitos minerales) están repuntando.

Cuáles son los límites

Aunque nadie puede considerarse “dueño” del Polo Norte, los países con tierras que bordean el Océano Ártico central ya tienen derechos que se extienden más allá de sus costas, de acuerdo con el derecho internacional.

Ahora, tres de ellos, Rusia, Canadá y Dinamarca, están redibujando mapas y reclamando derechos soberanos más amplios sobre lo que hay debajo del océano: una gran franja del lecho marino del Ártico, que se extiende a lo largo del Polo Norte.

La fórmula que se usa para delinear los límites, de acuerdo con la terminología diplomática, depende de lo lejos que se extienda la plataforma continental más allá de la costa de cada estado.

Los tres países afirman que sus plataformas continentales se extienden hasta una cadena montañosa submarina llamada Lomonosov Ridge. Esto, sin duda, preanuncia un conflicto a futuro.

Los países aún podrán navegar libremente a través de lo que seguirán siendo aguas internacionales. Pero la forma en la que se redefinan los límites podría tener importantes repercusiones sobre quién controla los recursos clave y sobre el clima, aseguran los analistas.

Rusia, Dinamarca y Canadá afirman cada uno que la Cordillera Lomonosov, que atraviesa el polo, es una extensión de la plataforma continental que continúa desde su línea costera hasta el Océano Ártico Central.

Según la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, esto conferiría derechos soberanos exclusivos sobre los recursos naturales sobre y debajo del lecho marino polar, más allá de las zonas económicas exclusivas que se extienden hasta 200 millas náuticas (230 millas) frente a sus costas.

Más países inician reclamos

Además de esos países, Noruega hizo una presentación, respaldada en 2009 por el organismo independiente encargado de revisar la ciencia, conocida como la Comisión de Límites de la Plataforma Continental (CLCS), pero no llega al Polo Norte.

Mientras tanto, EEUU no ratificó la Convención de la ONU, pero de todos modos puede estar preparando su propia petición.

“Estados Unidos estuvo recopilando datos durante décadas en el Ártico y seguimos escuchando cómo puede surgir un reclamo”, dijo Rebecca Pincus, directora del Instituto Polar en el Centro Wilson, un grupo de expertos de Washington.

En última instancia, EEUU se lanzará a la pelea, cree ella, aunque solo sea para poder controlar cómo se utilizan al menos algunos de los recursos.

“Dentro de cincuenta años, quién sabe si todavía estaremos tratando desesperadamente de extraer los últimos recursos de petróleo y gas que quedan, o si necesitamos desesperadamente más minerales de tierras raras, y estos podrían estar ubicados en esta parte del Ártico”, agrega Nansen.

Ahí es donde entran en juego los reclamos de derechos sobre los fondos marinos.

La disputa por los recursos naturales

La posibilidad de apropiarse de extensos recursos energéticos es otra de las principales razones por las que los países avanzan con estas propuestas.

Todavía, gran parte del Ártico está inexplorado. Se cree que el lecho marino de la región contiene grandes reservas de combustibles fósiles, metales y minerales críticos a los que será más fácil acceder a medida que el calentamiento global derrita el hielo marino de arriba.

La evaluación más reciente realizada por el Servicio Geológico de EEUU se realizó en 2008. Se estimó que alrededor de 90.000 millones de barriles de petróleo sin descubrir y 1,670 billones de pies cúbicos de gas se encuentran dentro del Círculo Polar Ártico, junto con metales y minerales críticos necesarios para la electrificación.

Para hacerse una idea del tamaño de estas reservas, al día de hoy Rusia tiene el equivalente a unos 80.000 millones de barriles de reservas probadas de petróleo, según el Departamento de Energía de EEUU.

Los planes actuales de extracción son un tanto difusos. Rusia, que estuvo produciendo petróleo en alta mar en el Ártico durante una década, se comprometió en su Estrategia para el Ártico a aumentar la producción terrestre y marítima hasta 2035, aunque sus planes más ambiciosos están en suspenso debido a las sanciones.

Aunque EEUU aprobó recientemente el proyecto petrolero Willow en el continente de Alaska, está restringiendo, por otro lado, la concesión de zonas para extraer petróleo en alta mar en las aguas del Ártico.

Noruega también tiene campos en alta mar sobre el Círculo Polar Ártico, pero para otorgar licencias para nuevas exploraciones de petróleo en el Mar de Barents se enfrenta desafíos legales.

En 2021, Groenlandia desechó los planes para futuras exploraciones petroleras, diciendo que las el daño ecológico y sobre el cambio climático eran demasiado altos.

Recientemente, también se ha ampliado una prohibición de Canadá sobre la explotación de petróleo en alta mar. Hasta la fecha, la actividad de estos países se ha realizado únicamente en la parte inferior del Círculo Polar Ártico.

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