Un grupo de guardabosques en la isla Unión, en el Caribe, tiene la misión de proteger al gecko una de las especies más diminutas del mundo -tan rara que sólo existe en un área de apenas 50 hectáreas, en un remoto rincón de una de la más pequeñas islas de la región.
Se trata del gecko de la isla Unión -parte de la nación de San Vicente y las Granadinas-, un reptil del tamaño de un sujetapapeles que está en peligro crítico de extinción y que enfrenta a un enemigo artero: los cazadores furtivos.
Después de ser oficialmente descubierto en 2005, esta particular criatura se convirtió en un souvenir cotizado por coleccionistas cautivados por su colorida piel con marcas como gemas, lo que le ganó el dudoso prestigio de ser el reptil más traficado en el Oriente Caribeño.
Eso, hasta que los isleños de Unión se involucraron en el asunto. Desde 2017, los lugareños entrenados como guardabosques han estado patrullando el denso bosque virgen de esta localidad en San Vicente y las Granadinas, turnándose las 24 horas del día en caso de que haya intrusos.
Su trabajo, realizado en coordinación con el Departamento forestal del gobierno e instituciones internacionales de conservación -incluyendo Fauna y Flora Internacional (FFI), ha sido responsable de un aumento del 80% en la población de la especie.
Un reciente sondeo indicó que los números del gecko se dispararon de 10.000 en 2018 a unos 18.000 actualmente -sobrepasando la población humana de la isla seis veces.
La participación de la comunidad ha sido la clave, dice Glenroy Gaymes, el jefe de protección de la vida silvestre del gobierno.
“Mucha gente ni siquiera sabía que el gecko existía”, comenta Gaymes. “Fuimos de casa en casa, organizamos reuniones callejeras y programas escolares para sensibilizar al pueblo. Tuvimos que ir hasta el bosque a capturar y traerlo a las consultas para que las personas se dieran cuenta de lo que era. Todos quedaron asombrados -esperaban algo mucho más grande”.
“Mide apenas unos 3 centímetros y medio y es tan hermoso que la gente quedó admirada”.
Un refugio de biodiversidad
Roxanne Froget se convirtió en la primera mujer guardabosques de la isla Unión en febrero de 2018.
“Cuando escuché que el gecko solo se encontraba en la isla Unión fue una revelación. Fue maravilloso verlo por primera vez con todo su colorido”, recuerda.
Los geckos cambian lentamente de color cuando son expuestos a la luz, pasando de un marrón oscuro a multicolores.
Como una amante de la naturaleza, Froget se entusiasmó con estar involucrada en el proyecto.
“Patrullamos el bosque a diario y estamos de guardia las 24 horas. Protegemos todo -la fauna, la flora, hasta las piedras que la gente solía usar para la construcción, pues son parte del hábitat del gecko. La región tiene que mantenerse totalmente intacta“, explica.
“Me encanta estar dentro de la naturaleza, escuchando los sonidos de las aves. Ansío ir al trabajar todos los días”, sonríe esta madre de dos hijos.
“Mi hijo de nueve años ama el bosque también. Le cuento todo sobre el gecko y cómo ayudo a protegerlo. Me siento tan orgullosa de ser parte de esta labor -y todo esto está sucediendo en mi isla, mi hogar”.
Además de recibir entrenamiento en patrullaje activo y técnicas de defensa personal -cortesía de Glenroy Gaymes, que tiene un cinturón negro de cuarto grado en taekwondo-, los guardabosques reciben enseñanza sobre las muchas e intrigantes especies que habitan el bosque tropical y sobre los usos de las plantas medicinales para poder pasar ese conocimiento a los niños escolares y los visitantes.
Lo que le falta a la isla Unión en riqueza monetaria lo compensa con su rica biodiversidad. Desde que empezó el proyecto del gecko, el equipo ha ampliado su trabajo para proteger a otras especies endémicas, como la iguana rinoceronte rosa, que también está amenazada por cazadores furtivos.
La rareza de ambos reptiles y sus impactantes colores han sido su perdición.
“La mayoría de los coleccionistas son naturalistas; quieren tener geckos porque son diferentes. Quieren saber cómo criarlos y ser los primeros en aprender sobre ellos para poder jactarse frente a sus pares”, explica la administradora del programa caribeño de FFI, Isabel Vique.
Los coleccionistas de los que habla Vique vienen de lugares tan apartados como Estados Unidos y Europa, y algunos llegan a bordo de yates.
“Pero desde que estamos en el terreno, ha habido una reducción de 80% en la oferta de geckos online”.
Con anterioridad, los cazadores furtivos se aprovechaban de la naturaleza amigable de los isleños para ubicar el hábitat de los geckos.
“Venían a la isla haciéndose pasar por turistas y preguntándole a los lugareños dónde podían verlos”, indica Vique, añadiendo: “Hemos estado levantando la conciencia así que ahora la gente no revela dónde encontrar el gecko, en cambio les señalan el camino a la estación de policía”.
El gecko ha estado protegido por el acuerdo internacional de conservación CITES desde 2019, gracias a los esfuerzos del gobierno, lo que le da el más alto nivel de protección. Los cazadores furtivos enfrentan una cuantiosa multa y posible condena de cárcel si son atrapados.
El hábitat de los geckos es la bahía Chatham. Como uno de los pocos bosques tropicales secos que quedan, es una “especie de laboratorio viviente de vida silvestre en las islas del Caribe”, expresa el director del proyecto de FFI, James Crockett.
“El bosque seco del Caribe es uno de los hábitats más amenazados del planeta. Muy pocos permanecen inalterados como la bahía Chatham”, contó a la BBC.
Y eso hace que el proyecto sea aún más valioso.
“Pienso que el gecko de la isla Unión es la perfecta mascota representativa para que la isla sea conocida por el mundo más amplio -es pequeña, perfecta y hermosa”, añade Crockett.
Roseman Adams, cofundador de la Alianza Ambientalista de la Isla Unión, una ONG local que ha estado al frente de la batalla de conservación del gecko, concuerda.
“Algunos en el gobierno siguen creyendo que la región es buena para un desarrollo turístico importante. Hemos estado tratando de comunicar el valor de contar con este bosque seco, saludable e inalterado donde estamos encontrando cada vez más nuevas especies para el mundo”, afirma.
“Si perdemos esa oportunidad de encontrarlas y conservarlas, se perderán para siempre.
Para Adamas, el gecko tiene una simbología especial.
“El hecho que el gecko haya sobrevivido por miles de años significa que es muy resiliente. Cuando eleva su cola, se muestra orgulloso”, dice.
“Esta especie nos representa como ciudadanos de Unión -seremos pocos, pero estamos orgullosos y somos resilientes”.