Animales e insectos también utilizan el distanciamiento social para no enfermar

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Un grupo de científicos ha descubierto que los animales también se sirven del distanciamiento social para evitar contagiarse de ciertas enfermedades, al igual que hacemos los humanos durante la pandemia de covid-19, según aparece recogido en un artículo reciente en la revista Scientific American.

“A pesar de lo poco natural que nos pueda parecer, el distanciamiento social es una parte muy importante del mundo natural”, reza el texto, que hace hincapié en que este tipo de comportamiento es común porque ayuda a los animales sociales a prevenir enfermedades y a sobrevivir. Asimismo, indica que esto aumenta sus posibilidades de tener descendencia que también actúe de este modo, lo que los ecologistas denominan “inmunidad conductual”.

No obstante, el artículo señala que esto “conlleva costos”, tales como perderse los numerosos beneficios que favorecen la vida social. Es por ello por lo que algunas especies optan por permanecer juntas incluso cuando algunos de sus miembros se infectan.

El artículo pone como ejemplo las langostas espinosas, que a través de la orina detectan y evitan a los compañeros de grupo infectados de Panulirus argus virus 1, enfermedad que mata a más de la mitad de los especímenes juveniles contagiados, que son más sociales. El animal en cuestión actúa de este modo incluso a costa de exponerse a un mayor riesgo de ser devorado por otras especies, aunque de esa forma evita que un brote viral puede devastar su comunidad.

Distanciamiento social estratégico

Las colonias de hormigas de jardín también utilizan el distanciamiento social para evitar contagiarse, como quedó demostrado durante el brote de un hongo letal denominado Metarhizium brunneum. De hecho, llevan a cabo un distanciamiento social estratégico para proteger a los miembros más valiosos o vulnerables de su grupo con el fin de garantizar la supervivencia del mismo.

Algunas aves como los pinzones evitan a sus compañeros de especie que parecen estar enfermos. No obstante, el grado de distanciamiento varía según el poder de su propio sistemas inmune, es decir, cuanto más fuerte sea menos se alejarán y viceversa.

De igual modo actúa el pez millón, una especie muy social, cuando algunos de sus compañeros se infectan con el gusano Gyrodactylus turnbulli. “Tiene sentido que la evolución favorezca una fuerte expresión de comportamiento de distanciamiento en aquellos que están en mayor riesgo”, asegura el artículo.

Otros comportamientos

Por otro lado, el texto también menciona el comportamiento de los mandriles en situaciones parecidas. Estos animales, que pueden vivir en grupos de hasta cientos de miembros en las selvas tropicales del África ecuatorial, ajustan sus comportamientos de aseo personal para evitar compañeros contagiosos.

A pesar de ello, estos simios renuncian ocasionalmente al distanciamiento social cuando se trata de ciertos parientes cercanos enfermos. Los científicos creen que esto se debe a que el mantenimiento de ciertos lazos sociales conlleva ventajas evolutivas.

Las mangostas rayadas, que suelen vivir en grupos de hasta 40 miembros, no evitan a sus compañeros ni siquiera cuando estos muestran claros signos de enfermedad. “El distanciamiento social con miembros del grupo enfermos simplemente puede no ser sostenible en especies donde la cooperación estrecha con otros individuos para la caza y la defensa puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte”, sostiene el artículo.

“El ejemplo de la naturaleza”

Por último, el texto destaca que actualmente los seres humanos gozan de muchas ventajas ante las plagas, como por ejemplo poder comunicar amenazas de enfermedades a nivel mundial en un instante, lo que permite instaurar el distanciamiento social incluso antes de que aparezca la enfermedad en cierto lugar, hecho que —subraya— ha salvado muchas vidas.

También pone en alza las avanzadas plataformas de comunicación digital, como el correo electrónico o las videollamadas grupales, que nos permiten mantener la distancia física mientras mantenemos conexiones sociales. Sin embargo, la mayor ventaja, indica el artículo, es la capacidad humana de desarrollar herramientas sofisticadas no conductuales como son las vacunas, que “previenen enfermedades sin la necesidad de costosos cambios de comportamiento”.

“Los costos a corto plazo del distanciamiento social, aunque severos, tienen beneficios a largo plazo para la supervivencia”, sostiene el texto. “Por antinatural que pueda parecer solo necesitamos seguir el ejemplo de la naturaleza”, concluye.

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