Con 24 años es el primer ingeniero aeroespacial del país y quiere poner en órbita un nanosatélite en 2023

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Con la puesta en marcha del proyecto “Satélite universitario”, el desarrollo de la industria aeroespacial avanza con viento a favor en el país. Un equipo de quince científicos se ocupa de sostener desde mediados de 2021 ese panorama auspicioso. Un nuevo impulso recibió el equipo de expertos, cuando se sumó a ellos el aporte de una pieza esencial: David Williams Rogers, egresado el 24 de junio pasado en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) como primer ingeniero Aeroespacial del país.

“No sabía que yo era el primero hasta que me recibí, aunque para mí fue una cuestión de suerte. Por supuesto que siento orgullo por haber alcanzado mi objetivo principal”, señala –sin una pizca de altanería– el flamante profesional de 24 años, graduado en una carrera creada en 2019 en la Facultad de Ingeniería de la UNLP.

La inusitada difusión que despertó el logro impactó de lleno en Williams, un joven de 24 años de hábitos sencillos, acostumbrado a las frases medidas y las palabras escasas. “No imaginé la repercusión que iba a tener”, admite a media voz este vecino de perfil bajo de Gonnet, donde vive junto a su familia de raíces galesas, oriunda de Trelew, Chubut.

Williams toma distancia de cualquier posible sondeo que le sugiera llevar sus conocimientos fuera del país y prefiere seguir enfocado en la fase de diseño preliminar del Cube Sat, el primer nanosatélite universitario argentino. La entrada en órbita de esta variedad de satélite, de entre 3 y 5 kilos de peso, se producirá en 2023 –de no mediar dificultades imprevistas– con el propósito de llevar adelante estudios atmosféricos y del suelo de la Tierra.

La temprana curiosidad por la aeronáutica, los cohetes y los satélites despertada en Williams en sus tiempos de estudiante primario y secundario en la Escuela Italiana de La Plata fue moldeada en parte por su padre Eduardo –ingeniero civil– y por la pasión por los aviones que le transmitió su primo Diego Gimbernat. Así se fue perfilando el camino que decidió emprender para ingresar en la Facultad de Aeronáutica y después a dar el salto al mundo Aeroespacial.

De cara al futuro, Williams tiene en claro que quedan cuestiones centrales por resolver. “Los satélites están muy desarrollados en Argentina y ya se enviaron muchos al espacio, pero nos falta tiempo e inversiones para poder avanzar en desarrollo y pruebas. Tampoco tenemos bases de lanzamiento, por lo cual no queda otra que pagar más de 100 mil dólares a alguna de las empresas que buscan el lugar del exterior disponible para poder lanzar cada aparato más allá de la atmósfera”, explica.

Las nuevas materias orientadas al ámbito espacial que cursó Williams –como Control Técnico de Satélites, Órbitas y Desarrollo de Lanzadores– terminaron de dar forma al rumbo apuntado por el estudiante promisorio, hoy reconvertido en un ex alumno que dispensa palabras de agradecimiento para los directores de la beca y el trabajo final que coronaron su paso por la Universidad.

“Para mí fue siempre fundamental el estímulo que recibí por parte de Sonia Botta –ingeniera aeronáutica del Centro Tecnológico Aeroespacial y magíster en Sistemas Satelitales– y Marcos Actis, el decano de la Facultad de Ingeniería”, dice.

Entre los más gratos recuerdos que atesora, Williams guarda en un mismo plano los nombres y consejos de esos guías clave junto al apoyo brindado por un amplio elenco de amigos, compañeros de estudio, docentes y familiares de La Plata y del noroeste de Chubut, la tierra patagónica que solía visitar seguido, hasta que las exigencias de la carrera universitaria le demandaron dedicación plena.

El presente de Williams lo muestra cómodo y a gusto en la nueva función que cumple en la Universidad. Lejos de pensar en alejarse demasiado de su lugar en el mundo, algún día le gustaría conocer el Centro Espacial de Punta Indio, el complejo concebido en Pipinas para realizar ensayos de alta potencia y poner en marcha el proyecto “Acceso al espacio”, diseñado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología.

Pero, por el momento, el ingeniero aeroespacial prioriza la idea de seguir acumulando conocimientos para terminar de concebir el nanosatélite, esa ambiciosa apuesta colectiva que lo desvela como una nueva meta posible de alcanzar.

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