El domingo 4 de septiembre de 2011, en horas del mediodía, la imagen del satélite Terra, de la Nasa, distribuyó por el mundo el humo de varios incendios de campos sobre territorio argentino y paraguayo. En lo que a nuestro país concierne, se observaba que el foco más importante se ubicaba en el valle de Punilla con unos 50 kilómetros cuadrados. Los fuertes vientos del sur trasladaban la “pluma” del humo hacia el norte avivando el fuego. Esa imagen satelital reflejaba, a la derecha del humo de los incendios, otra “pluma” o “penacho” de gran envergadura que parecía responder a los caprichos del viento. Más oscura que la nube formada por el humo, la imponente figura emergía de la laguna de Mar Chiquita. Era una nube de sal.
El extraño fenómeno se repite desde hace varios años, cuando la sequía se acentúa en todo el territorio provincial y también en ese espejo de agua único en el mundo donde los vientos que soplan del norte forman nubes de sal que se desplazan en un radio de más de 300 kilómetros, llegando con su mensaje de salinización a campos y pastizales lejanos de la zona de Villa María e incluso de Marcos Juárez.
Las nubes de sal no son frecuentes de observar satelitalmente y en el planeta sólo se registran en contados lugares, en especial en el Mar Aral, en Asia, que va camino a la extinción, no por una cuestión natural sino, por efecto de la mano del hombre.
Dos años después de aquella figura impactante revelada por el satélite Terra, los furiosos vientos de septiembre y octubre de 2013 levantaron una vez más las nubes blancas que esparcieron su lluvia salina en zonas rurales y también en sectores urbanos, donde la gente no
se explica por qué se reseca la piel, se paspan los labios y arden los ojos.
“Es un tema preocupante, todo tiene su origen en la laguna de Mar Chiquita, también llamada Mar de Aral, que se ha secado en gran parte, los barcos están tumbados. Y ha quedado un desierto de sal. Uno de los factores predisponentes para la fuga del agua fue lo que se sacó en una amplia región para el riego artificial. La sal, que es cíclica, se levanta con el viento y se traslada, es lo que definimos como plumas de sal. Bien, esas plumas de sal ya están llegando a pocos kilómetros de Villa María, algo tremendo porque va a salinizar el suelo y obviamente eso pasará a las napas. Ya hay un trabajo de la Universidad Nacional de Córdoba por fotografía satelital. Por favor, prestémosle mucha atención, porque no deja de ser grave. En pocos años más estaremos hablando del agua salitrinizada”. Las declaraciones del geólogo Juan Carlos Ferrero al periódico El Regional de Villa María en el año 2009, fueron premonitorias y año tras año se fueron confirmando.
–¿Cómo pudo pronosticar con tanta antelación la persistencia de este fenómeno natural relativamente nuevo?
–Lo he venido estudiando y lamentablemente todos somos culpables, tenemos que ajustarnos el cinto y usar bien
los pantalones, mucho tiene que ver los desmontes.
Ante la consulta de La Voz del Interior, Ferrero explicó por qué se volatiliza la sal de Mar Chiquita y no la
de las Salinas Grandes. “Las Salinas se secan totalmente y el viento no la levanta porque la sal contiene más del 95 por ciento de sodio, son granos de sal gruesa. En Miramar, cuando la laguna baja y sube constantemente, se depositan sales en la orilla. Se mezclan las que tienen cloruro de sodio (sal fina) y las de sulfato de sodio que se utiliza para hacer jabón. Esta última afecta los suelos y los vientos del norte arrastran la sal al sur (Bell Ville, Villa María, Marcos Juárez) acomplejando la parte productiva de los suelos”.
Adrián Walker, el intendente de Miramar, está exultante. “En los últimos días llovieron más de 200 milímetros, ya no se da el fenómeno, la lluvia lavó todo eso. Por otro lado, el agua dulce hace que la vegetación resurja”. Al jefe municipal no le hace mucha gracia hablar del tema. “Nosotros no podemos hacer nada por las lenguas de sal. No sé si afectan tanto a la salud, pero es un fenómeno natural”, recalca.
En realidad, las nubes de sal son una preocupación real para los intendentes, y en lo concerniente a la pintoresca Miramar, la sal se acumula en sectores de la costa cuando hay mucha bajante.
Aunque el nivel del espejo de agua creció 20 centímetros y todavía está desbordando sobre su cauce histórico porque hubo varias lluvias concentradas, Walker admite que en los últimos 10 años fue disminuyendo el régimen de lluvias. “Hace una década que las marcas son inferiores a la media normal”, precisa. Al respecto, la Estación Biológica del Promar, organismo dependiente de la Universidad Nacional de Córdoba, con sede en Miramar, transmitió su preocupación por la profunda bajante registrada en el nivel de la laguna desde el año 2003. Según el investigador Enrique Bucher, ese año la superficie de la laguna alcanzó las 600 mil hectáreas y hoy no cubre las 450 mil. Las tormentas de sal surgen a partir del aumento de la salinidad del agua que en la actualidad alcanza 74 gramos por litro.
Abordar una lancha y navegar la laguna es una experiencia única, impagable para los ojos. Los flamencos rosados son una legión al llegar a la desembocadura del río Segundo (Xanaes). Se entremezclan con parinas, gallaretas, cisnes jorobados o de collar negro, y distintas clases de patos.
De las 1.040 variedades de aves existentes en el país, de las cuales 440 están en la provincia de Córdoba, en la zona de la laguna hay unas 330 especies, realidad que atrae como un imán a contingentes de todo el país y extranjeros entusiasmados en filmar y fotografiar quizá la más imponente concentración plumífera del mundo.
Numerosas familias llegan los fines de semana para disfrutar de un paseo por la hermoseada costanera y dar una vuelta en lancha.
El intendente promete que en diciembre los visitantes se van a encontrar con una Miramar renovada porque se inaugurará la costanera que ganó terreno sobre los escombros de las bombardeadas propiedades inundadas años atrás.
En un futuro, el turismo
de Miramar tendrá un gran incentivo por parte del gobierno provincial que, el pasado 23 de octubre envió a la Legislatura un proyecto para expropiar 56,5 hectáreas de la zona urbana. El emprendimiento comprende la costa y playa de Mar Chiquita aledaña al pueblo y parte de la zona histórica inundada en 1997.
Walker indicó que el gobernador José Manuel de la Sota le expresó que la Provincia tiene la intención de instalar un hotel de categoría internacional para atraer al turismo extranjero.
Ese mismo día ingresó a la Legislatura la iniciativa de crear un nuevo parque natural que abarcará los bañados del río Dulce y la laguna de Mar Chiquita, por lo que se expropiarán unas 700 mil hectáreas. Será la segunda área natural con esa categoría que se agrega a la reserva natural de Chancaní, de cinco mil hectáreas ubicadas en la zona serrana.
El proyecto plantea como única excepción a la expropiación, “aquellos inmuebles que estén destinados o tengan aptitud para la explotación agrícola”, lo que podría generar alguna polémica.
Sin embargo, el biólogo Bucher sostiene que “es una iniciativa positiva porque esa zona no tiene otro destino”. Entiende que esa región no es de alta producción agropecuaria porque está muy condicionada por los pastos salinos y por los vaivenes del río Dulce.
El científico atribuye gran parte del descenso de las aguas al manejo de la cuenca Salí-Dulce (Mar Chiquita recibe desde Santiago del Estero los aportes del río Dulce que nace en las sierras del Aconquija, en Tucumán, y de los ríos Primero y Segundo de Córdoba). El problema es que los santiagueños retienen agua del Dulce para un uso urbano, agrícola y ganadero cada vez mayor.
El diluvio de los últimos días llevó calma a Miramar y se estima que este verano se ocuparán las más de 2.200 camas que ofrece el pueblo costero de tres mil habitantes. En 2012 la ocupación llegó al 92,5 por ciento. Todo está preparado para recibir a los turistas. Las nubes de sal ya son un recuerdo, al menos hasta que retorne la temporada de los vientos que levantan la polvareda blanca y vuelva a “llover” sal en cientos de kilómetros a la redonda.
La Voz del Interior