Ecuador: ¿canje de deuda externa por naturaleza para proteger a las Islas Galápagos?

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La Reserva Marina de Galápagos es una de las áreas marinas protegidas más importantes del mundo: 133 mil kilómetros cuadrados (km2) de mar —equivalente a casi el 50 % de la superficie de Ecuador continental— donde viven más de 3500 especies. Varios científicos, sin embargo, creen que esta protección no es suficiente y desde hace varios años vienen trabajando en una propuesta para crear una nueva reserva, la cual fue presentada al Presidente de la República, Lenín Moreno, en enero de 2021. En febrero, los expertos propusieron un canje de deuda por naturaleza que servirá para financiar los costos de mantenimiento de la nueva área y que no se quede “en papel”, es decir, garantizar que cuente con el presupuesto suficiente y la vigilancia necesaria.

Un canje de deuda por naturaleza es un mecanismo que facilita que un país invierta en proyectos de conservación a cambio de reducir su deuda externa. Con esta transacción, coinciden los expertos, se asegurará la sostenibilidad de la nueva área y además se fortalecerá la reserva ya existente.

Esta propuesta fue presentada por Más Galápagos, un colectivo ciudadano para la protección y conservación de la Reserva Marina de Galápagos. Según Eliecer Cruz, biólogo y vocero de la iniciativa, el proyecto fue apoyado por los ciudadanos galapagueños, el sector turístico, una parte del sector pesquero y también por la comunidad científica. Además, hay apoyo de varias organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales como Marine Conservation Institute, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) Ecuador, The Nature Conservancy, Mission Blue, Conservación Internacional Ecuador, Blue Marine Foundation, entre otras.

Los científicos y activistas que presentaron la propuesta, y los líderes de algunas organizaciones que la apoyan, dicen que crear una nueva reserva con un financiamiento seguro es necesario para proteger todos los recursos marinos de Galápagos, pues creen que la reserva actual no es suficientemente grande a pesar de que es Patrimonio Natural de la Humanidad, declarado por la UNESCO desde 2001. Se estima que cerca del 20 % de las especies que habitan en sus aguas son endémicas y no se encuentran en ningún otro lugar del planeta.

La propuesta de canje de deuda

Un canje de deuda por naturaleza o Debt for Nature Swap es cuando se compra una parte de la deuda externa de un país a cambio de promover el cuidado del medioambiente. El concepto nació en 1984 cuando el biólogo Thomas Lovejoy propuso usar la crisis de la deuda externa de los países en desarrollo para ayudar a solucionar los problemas ambientales que enfrentaban estas naciones. Lovejoy planteaba que los países que quisieran cuidar la naturaleza podían cambiar algunos bonos de su deuda por proyectos o programas de conservación ambiental. Esto quiere decir que una organización externa compra un porcentaje de la deuda para que el país use en conservación parte del dinero con que iba a pagar.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el canje de deuda ha permitido que varios países inviertan en proyectos de conservación de áreas silvestres, sistemas de vigilancia, proyectos forestales, entre otros. Ecuador fue uno de los primeros del mundo en hacerlo.

En 1987, la Fundación Natura —una organización no gubernamental que se enfocaba en temas ambientales y cerró operaciones en el país en 2014— organizó una propuesta para un canje de deuda por naturaleza. La idea se concretó un año después: en 1988, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y la organización The Nature Conservancy compraron un total de 10 millones de dólares de deuda externa. Lo hicieron a cambio de que el gobierno ecuatoriano se comprometiera a entregar el equivalente en sucres —la moneda ecuatoriana de la época— a la Fundación Natura para que esta los destinara a la conservación de las áreas protegidas del país.

Roque Sevilla, uno de los fundadores de Fundación Natura y presidente de la organización cuando se hizo la transacción, dice que ese canje “fue increíble”. Sevilla explica que gracias a eso se aseguró el cuidado de todas las áreas protegidas durante más de 35 años.

Esto fue algo muy importante pues según Tarsicio Granizo, director de WWF Ecuador y exministro de Ambiente, en el país hay un problema con las “áreas protegidas de papel”: se crean nuevas áreas con la idea de protegerlas pero en la práctica esto no se hace por falta de recursos. Por eso considera que, en el caso de la propuesta de creación de una nueva reserva marina en Galápagos, un canje de deuda externa sería un excelente mecanismo para garantizar una verdadera conservación.

En este caso lo que se propone es la compra de 1000 millones de bonos de deuda externa ecuatoriana, equivalentes a unos 600 millones de dólares, a cambio de crear y conservar una nueva área marina que complemente a la actual Reserva de Galápagos, que ya es parte del sistema de áreas protegidas del país.

El canje, según explican los voceros de Más Galápagos, contaría con el apoyo del Banco Holandés de Desarrollo (FMO) y la Corporación Financiera Internacional para el Desarrollo (DFC), pero los fondos serán administrados únicamente por el gobierno ecuatoriano.

Una nueva reserva marina

El principal objetivo del colectivo Más Galápagos es contribuir, a través de una nueva área protegida, en la conservación de especies y ecosistemas marinos que la actual reserva no ha podido abarcar. Alberto Andrade, vocero de la organización de la sociedad civil Frente Insular de la Reserva Marina de Galápagos, dice que el interés ciudadano por reforzar la conservación en la reserva se intensificó en 2017 después del caso del buque Fu Yuan Yu Leng 999. El 13 de agosto de ese año, la Armada del Ecuador detuvo a este barco chino dentro de la reserva marina con 300 toneladas de pesca ilegal, entre las que había varias especies de tiburones en peligro de extinción.

Alex Hearn, biólogo marino e investigador de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), dice que la estrategia de canje por deuda externa puede ser una buena alternativa. Según Hearn, cuando se creó la reserva Galápagos en 1998 había muy poco conocimiento sobre la biología y la ecología de las especies marinas.

Sin embargo, en los últimos 20 años varios estudios científicos han encontrado que hay al menos 20 especies migratorias que no están siendo protegidas totalmente por la reserva actual. Por eso Hearn, junto a varios científicos y biólogos nacionales e internacionales, hicieron un estudio espacial de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) Insular —un área que rodea a la Reserva Galápagos y sobre la que el Estado ecuatoriano tiene derechos de soberanía con fines de exploración, explotación y conservación— para determinar qué zonas necesitan atención especial para su protección y qué zonas son las más productivas en términos de pesca.

Con base en su investigación, los expertos sugieren crear una nueva reserva marina pues, en términos logísticos, es algo más práctico y rápido que ampliar la actual. Si se hace una expansión, la Asamblea Nacional tendría que reformar la Ley Orgánica del Régimen Especial de la Provincia de Galápagos, mientras que crear una nueva reserva solo requiere de un Decreto Ejecutivo.

Los investigadores plantean que la nueva área debe “minimizar el impacto en las áreas más importantes de pesca” y al mismo tiempo proteger varias zonas que son importantes para el cuidado de las especies marinas en peligro. Esta propuesta contempla que la reserva tenga un área de 435 mil km2 —1,5 veces el área del Ecuador continental y más de 3 veces el área de la reserva actual—.

Adicional a esos 435 mil km2, el proyecto incluye un área de pesca responsable de más de 200 mil km2 que estará libre de los Dispositivos Agregadores de Peces (DAP) que utilizan los pescadores industriales para identificar cardúmenes a través de GPS. La propuesta también considera el establecimiento de una zona de amortiguamiento de 33 mil km2, pensando en contrarrestar los efectos negativos que suele traer el Fenómeno de El Niño: en esta zona se prohibirá la pesca en los años que se declare este evento climático.

Las ventajas de la conservación

“En términos de conservación biológica y ecológica, la reserva será fundamental”, dice Luis Suárez, director Ejecutivo de Conservación Internacional Ecuador. Según Suárez, la nueva reserva ayudará a ampliar la protección de las islas, sus especies y sus ecosistemas marinos. Por su parte, Alex Hearn, dice que se prevé conservar especies en peligro de extinción como el tiburón martillo, el tiburón ballena, el albatros ondulado, la tortuga laúd, la tortuga verde, entre otras que son particularmente vulnerables porque se mueven en zonas que no están protegidas por la reserva actual: como la ruta migratoria entre las Islas Galápagos y la Isla del Coco en Costa Rica.

Eliécer Cruz, gerente para América Latina de Island Conservation y vocero del colectivo Más Galápagos, asegura que se podrán proteger ecosistemas marinos vulnerables como los montes submarinos. Estos ecosistemas de origen volcánico son muy importantes porque permiten la formación de comunidades de arrecifes de coral que son la fuente de alimento de cientos de especies, además de ser zonas altamente ricas en nutrientes.

Activistas y científicos creen que una nueva reserva es valiosa porque ayudará al cumplimiento de la Agenda 2030 que Ecuador suscribió en 2015. Verónica Arias, directora Ejecutiva de la coalición de Ciudades Capitales de las Américas frente al Cambio Climático (CC35), explica que, como parte de ese acuerdo, el gobierno ecuatoriano debe conservar y utilizar en forma sostenible los océanos y recursos marinos. Para ella, una nueva reserva es un avance para cumplir con la Agenda.

Además, Arias asegura que, contrario de lo que se puede creer, varios estudios a nivel global han encontrado que las reservas marinas protegidas en realidad son positivas para el sector pesquero. Según dice, crean una especie de semillero que provoca una condición llamada “desborde” o spillover effect. Esto quiere decir que cuando las especies están protegidas dentro de un área, crecen y se reproducen sin ninguna amenaza y luego “se desbordan” hacia zonas no protegidas donde pueden ser capturadas en mayor cantidad y mayor tamaño.

Sin embargo, el proyecto no solo es importante para la naturaleza y el sector pesquero. La economía del Ecuador también se beneficiaría, sobre todo con la propuesta del canje de deuda externa por naturaleza. Según los datos más recientes del Ministerio de Economía y Finanzas de enero de 2021, Ecuador tiene una deuda externa de más de 45 mil millones de dólares, de los cuales más de 17 mil millones corresponden a bonos. El canje de la deuda que se está proponiendo plantea la compra de 1000 millones de esos bonos.

Tarsicio Granizo de WWF Ecuador cree que los recursos que se obtengan con el canje deben usarse para cinco propósitos específicos: incentivar la investigación científica, garantizar un buen manejo del área, crear mecanismos de apoyo al sector pesquero, apoyar a microempresas de las esposas de los pescadores y fortalecer a la Armada del Ecuador para que pueda vigilar el área de mejor manera.

Desafíos y opositores

Los expertos aseguran que la nueva reserva marina será positiva para el país, pero hay quienes se oponen al proyecto. En una noticia del diario El Universo, voceros del sector pesquero industrial dijeron que la propuesta no tenía “sustento técnico”. Representantes de la industria atunera se oponen y argumentan que si se amplía la reserva “la flota pesquera nacional se verá gravemente afectada” y habrá una “inevitable pérdida de muchos empleos”. Luigi Benincasa, director Ejecutivo de Atunec —la asociación de pesca de atún de Ecuador—, le dijo al medio inglés The Guardian que el plan era como “castigar” a los pescadores locales. “Debemos entender que mañana no tendremos un tercio de nuestra captura, ¿cómo es esto beneficioso?”, cuestionó Benincasa.

Enviamos una solicitud de entrevista y un pedido de información a la Cámara Nacional de Pesquería para conocer en detalle su postura, pero hasta el cierre de este reportaje no hemos recibido respuesta.

Sin embargo, el biólogo Eliécer Cruz, de Más Galápagos, asegura que es falso que la industria se vaya a quiebra. Cruz cuenta que en 1998, cuando se creó la Reserva Marina de Galápagos actual, se decía exactamente lo mismo, y nunca pasó. De hecho, un estudio sobre el impacto de la reserva en las pesquerías de atún pelágico industrial reveló que su creación aumentó la productividad pesquera tanto en el interior de la reserva marina como en la Zona Económica Exclusiva de Galápagos (ZEE) que la rodea.

A pesar de la oposición de la pesquería industrial, Tomás Córdova, representante de la Cooperativa de Producción Pesquera Artesanal Galápagos (Copropag), dice que no tiene nada en contra de la iniciativa. Según el pescador, que tiene más de 25 años de experiencia, la reserva será “sumamente beneficiosa” porque evitará que dispositivos como los DAP perjudiquen la pesca artesanal. Además, Córdova asegura que “muchos compañeros no entienden” pero el proyecto permitirá que, dentro de 5 o 10 años, las capturas de peces sean mucho mejores que ahora.

Walter Borbor, pescador artesanal desde hace más de 22 años y oriundo de la ciudad portuaria de Manta, solía oponerse a la creación de la reserva pero hoy ya no piensa lo mismo. Dice que ha visto cómo en las costas de Ecuador continental “ya casi no hay que pescar” porque no se ha hecho nada por conservar a las especies. Según Borbor, si no se crea la reserva, lo mismo pasará en Galápagos y esto los dejará sin su fuente de trabajo.

En medio de todo esto, a los expertos les preocupa el silencio del Ministerio de Ambiente y Agua (MAAE). Si la reserva llegara a crearse, la participación del MAAE sería esencial pero, hasta ahora, ninguna autoridad de la institución se ha pronunciado sobre la iniciativa. Le preguntamos al área de prensa por qué la institución no se ha pronunciado y en un mensaje de WhatsApp respondieron que no lo han hecho porque el “tema es con el Consejo de Gobierno de Galápagos y la Cancillería”. No otorgaron más detalles.

La decisión de aceptar o no la creación de una nueva reserva para la conservación de los recursos marinos de Galápagos está en las manos del gobierno nacional. En enero de 2021, representantes del colectivo y científicos le entregaron al Ejecutivo una propuesta oficial, que todavía está en análisis.

Elena Mejía, especialista en las dinámicas socioeconómicas y ambientales y cofundadora del portal Bitácora Ambiental, asegura que la ampliación de la reserva es muy importante, ya sea que se acepte o no el canje de deuda. Mejía explica que con el aumento de la población humana, crece la demanda de recursos y avanza el cambio climático. Para ella, si no se cuidan los recursos marinos se puede poner en riesgo la seguridad alimentaria. “Esta no es solo una responsabilidad ambiental, sino también social”, concluye.

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