La Ciudad de México podría quedarse sin agua

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Ciudad de México, una metrópolis en expansión de casi 22 millones de habitantes y una de las mayores urbes del mundo, se enfrenta a una grave crisis hídrica, ya que a una maraña de problemas -como la geografía, el caótico desarrollo urbano y las fugas en las infraestructuras- se suman los efectos del cambio climático.

Años de lluvias anormalmente escasas, periodos de sequía más largos y temperaturas elevadas han añadido tensión a un sistema hídrico que ya se esforzaba por hacer frente al aumento de la demanda. Las autoridades se han visto obligadas a imponer importantes restricciones en el bombeo de agua de los depósitos.

“Varios barrios llevan semanas sufriendo la falta de agua, y aún quedan cuatro meses para que empiecen las lluvias”, afirma Christian Domínguez Sarmiento, científico atmosférico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Los políticos restan importancia a cualquier sensación de crisis, pero algunos expertos afirman que la situación ha alcanzado niveles tan críticos que la Ciudad de México podría estarse acercando al “día cero” en cuestión de meses, en el que los grifos se secarían en amplias zonas de la ciudad.

Mínimos históricos

La densamente poblada Ciudad de México se extiende sobre el lecho de un lago de gran altitud, a unos 2.000 metros (1.24 millas) sobre el nivel del mar. Construida sobre un suelo arcilloso, en el que ahora se hunde, es propensa a los terremotos y muy vulnerable al cambio climático. Quizá sea uno de los últimos lugares que alguien elegiría hoy para construir una megaciudad.

Los aztecas eligieron este lugar para construir la ciudad de Tenochtitlan en 1325, cuando era un conjunto de lagos. Construyeron sobre una isla, expandiendo la ciudad hacia el exterior, construyendo redes de canales y puentes para trabajar con el agua.

Pero cuando llegaron los españoles a principios del siglo XVI, derribaron gran parte de la ciudad, drenaron el cause del lago, rellenaron canales y arrancaron bosques. Vieron “el agua como un enemigo que había que vencer para que la ciudad prosperara”, afirma José Alfredo Ramírez, arquitecto y codirector de Groundlab, una organización de investigación sobre diseño y política.

Su decisión allanó el camino para muchos de los problemas modernos de la Ciudad de México. Los humedales y ríos han sido reemplazados por hormigón y asfalto. En época de lluvias se inunda. En la estación seca, está reseco.

Alrededor del 60% del agua de Ciudad de México proviene de su acuífero subterráneo, pero su extracción ha sido tan excesiva que la ciudad se hunde a un ritmo alarmante: unos 20 centímetros (casi 8 pulgadas) al año, según investigaciones recientes. Y el acuífero no se reabastece con la suficiente rapidez. El agua de lluvia se desliza por las superficies duras e impermeables de la ciudad, en lugar de hundirse en el suelo.

El resto del agua de la ciudad se bombea a grandes distancias cuesta arriba desde lugares a las afueras de la ciudad, en un proceso increíblemente ineficaz, durante el cual se pierde alrededor del 40% del agua por fugas.

El sistema hídrico Cutzamala, una red de embalses, estaciones de bombeo, canales y túneles, suministra aproximadamente el 25% del agua utilizada por el Valle de México, que incluye a la Ciudad de México. Pero la grave sequía ha hecho estragos. Actualmente, alrededor del 39% de su capacidad, languidece en mínimos históricos.

“Es casi la mitad de la cantidad de agua que deberíamos tener”, afirma Fabiola Sosa-Rodríguez, responsable de Crecimiento Económico y Medio Ambiente de la Universidad Autónoma Metropolitana de Ciudad de México.

En octubre, la Conagua, Comisión Nacional del Agua del país, anunció que restringiría el agua del Cutzamala en un 8% “para garantizar el suministro de agua potable a la población dada la grave sequía“.

Apenas unas semanas después, las autoridades endurecieron significativamente las restricciones, reduciendo el agua suministrada por el sistema en casi un 25%, culpando a las condiciones meteorológicas extremas.

“Habrá que tomar medidas para poder distribuir en el tiempo el agua que tiene el Cutzamala, para garantizar que no se agote”, dijo entonces en un comunicado Germán Arturo Martínez Santoyo, director general de la Conagua.

Alrededor del 60% de México sufre una sequía de moderada a excepcional, según un informe de febrero. Casi el 90% de Ciudad de México padece sequía grave, y la situación empeorará cuando aún faltan meses para el inicio de la temporada de lluvias.

“Estamos a mitad de la estación seca y se espera un aumento sostenido de las temperaturas hasta abril o mayo”, explica June García-Becerra, profesora adjunta de ingeniería en la Universidad del Norte de Columbia Británica.

La variabilidad natural del clima afecta mucho a esta parte de México. Tres años de La Niña trajeron la sequía a la región, y luego la llegada de El Niño el año pasado contribuyó a una temporada de lluvias dolorosamente corta que no logró reponer los embalses.

Pero la tendencia a largo plazo del calentamiento global causado por el hombre permanece en el fondo, alimentando sequías más largas y olas de calor más feroces, así como lluvias más intensas cuando llegan.

“El cambio climático ha hecho que las sequías sean cada vez más graves debido a la falta de agua”, afirma Sarmiento, de la Universidad Nacional Autónoma de México. Aunado a ello, las altas temperaturas “han provocado que el agua disponible en el sistema Cutzamala se evapore”, dijo.

El verano pasado se registraron brutales olas de calor en gran parte del país, que cobraron la vida de al menos 200 personas. Estas olas de calor habrían sido “prácticamente imposibles” sin el cambio climático, según un análisis de los científicos.

Los efectos del clima han chocado con los problemas de crecimiento de una ciudad en rápida expansión. A medida que la población aumenta, los expertos afirman que el sistema centralizado de abastecimiento de agua no ha seguido el ritmo.

¿”Día cero”?

La crisis ha generado un intenso debate sobre si la ciudad llegará a un “día cero”, en el que el sistema Cutzamala caerá a niveles tan bajos que será incapaz de suministrar agua a los habitantes de la ciudad.

Los medios de comunicación locales informaron ampliamente a principios de febrero que un funcionario de una delegación de la Conagua dijo que sin lluvias significativas, el “día cero” podría llegar tan pronto como el 26 de junio.

Pero desde entonces las autoridades han tratado de asegurar a los residentes que no habrá “día cero”. En una conferencia de prensa realizada el 14 de febrero, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, afirmó que se estaba trabajando para solucionar los problemas de agua.

El jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres Guadarrama, dijo en una reciente rueda de prensa que las noticias sobre el “día cero” eran “noticias falsas” difundidas por opositores políticos.

La Conagua declinó las solicitudes de entrevista de CNN y no respondió a preguntas concretas sobre la perspectiva acerca del “día cero”.

Pero muchos expertos advierten de una espiral de crisis. Ciudad de México podría quedarse sin agua antes de que llegue la temporada de lluvias si sigue utilizándola de la misma manera, dijo Sosa-Rodríguez. “Es probable que nos enfrentemos a un día cero”, añadió.

Esto no significa un colapso completo del sistema de agua, añadió, porque la ciudad no depende de una sola fuente. No ocurrirá lo mismo que cuando Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, estuvo peligrosamente cerca de quedarse totalmente seca en 2018 tras una grave sequía de varios años. “Algunos grupos seguirán teniendo agua”, dijo, “pero la mayoría de la gente no”.

Raúl Rodríguez Márquez, presidente del Consejo Consultivo del Agua, una organización sin fines de lucro, declaró que no cree que la ciudad llegue al “día cero” este año, pero, advirtió, que ocurrirá si no se hacen cambios.

“Estamos en una situación crítica, y podríamos llegar a una situación extrema en los próximos meses”, dijo a CNN.

“No creo que nadie esté preparado”

Durante casi una década, Sosa-Rodríguez ha advertido a las autoridades del peligro de un “día cero” para la Ciudad de México.

Según ella, las soluciones están claras: un mejor tratamiento de las aguas residuales aumentaría la disponibilidad de agua y reduciría la contaminación, mientras que los sistemas de recolección de aguas pluviales podrían capturar y tratar la lluvia, y permitir a los residentes reducir en un 30% su dependencia de la red de suministro o de las pipas de agua.

La reparación de las fugas haría que el sistema fuera mucho más eficiente y reduciría el volumen de agua que debe extraerse del acuífero. Y las soluciones basadas en la naturaleza, como la restauración de ríos y humedales, ayudarían a proporcionar y purificar agua, dijo, con la ventaja adicional de hacer más verde y enfriar la ciudad.

En un comunicado en su sitio web, Conagua dijo que lleva a cabo un proyecto de tres años para instalar, desarrollar y mejorar la infraestructura hídrica para ayudar a la ciudad a hacer frente a las disminuciones en el sistema Cutzamala, incluida la adición de nuevos pozos y la puesta en marcha de plantas de tratamiento de agua.

Pero mientras tanto, las tensiones están aumentando a medida que algunos residentes se ven obligados a hacer frente a la escasez, mientras que otros, a menudo en las zonas más ricos, prácticamente no se ven afectados. “Existe una clara desigualdad en el acceso al agua en la ciudad y esto está relacionado con los ingresos de las personas”, señaló Sosa-Rodríguez.

Si bien es posible que el “día cero” aún no haya llegado para toda la Ciudad de México, algunos vecindarios han estado lidiando con él durante años, agregó.

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