Investigan los beneficios que aportan los escarabajos a los ecosistemas y las actividades humanas

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Investigadores del Instituto Patagónico para el Estudio de los Ecosistemas Continentales (IPEEC, del Conicet), analizan los beneficios que aportan los escarabajos a los ecosistemas y las actividades humanas en la Patagonia. Entre otras cosas, este insecto colabora en la fertilización del suelo árido, la elección de las áreas de conservación y la evaluación de los efectos de la desertificación. Aunque se creía que la diversidad de este animal era escasa en la zona, solo en la ciudad de Puerto Madryn y sus alrededores existen más de 60 variedades de escarabajos.

“Estos animales son muy sensibles a las modificaciones ambientales y dado que cada grupo puede responder de manera diferente, la gran diversidad de especies nos permite contar con una gran cantidad de herramientas para predecir y entender estos cambios”, asegura Germán Cheli, investigador del IPEEC.

Por ejemplo, la presencia o ausencia de poblaciones de determinados escarabajos y otros insectos y arácnidos (que pueden denominarse artrópodos) funciona como indicador para evaluar la desertificación por sobrepastoreo del ganado. Este fenómeno produce cambios relacionados con la fragmentación de la vegetación y la compactación del suelo que afectan a la fauna de artrópodos. Bajo esta premisa, los investigadores pueden predecir los cambios ambientales del ecosistema mediados por la intensidad del pastoreo y brindar recomendaciones de manejo a los productores ovinos para obtener una mejor rentabilidad de sus campos.

Trabajadores y serviciales

En general se asocia a los insectos y a los arácnidos con lo desagradable, con lo que daña y transmite enfermedades. Sin embargo, también tienen funciones positivas. En las regiones áridas de la Patagonia, la naturaleza les ha asignado a animales muy pequeños una responsabilidad muy grande. Por ejemplo, los artrópodos son los encargados de devolver al ecosistema la energía que se pierde.

En este sentido, los escarabajos obtienen su comida de materia orgánica en descomposición y, luego de alimentarse, la materia fecal se degrada con alto contenido de nitrógeno y de fósforo. “Ambos nutrientes reingresan al ecosistema y vuelven a ser reutilizados en la germinación de nuevas plantas. Esto permite la recirculación de buena parte de la energía que de otra manera se perdería”, explica el investigador.

Nyctelia circumundata es una especie de escarabajo comúnmente llamado “catanguita” y ostenta la mayor adaptación a la aridez que existe entre los insectos. Durante su proceso evolutivo, perdió la capacidad de vuelo pero generó una cámara de aire entre el primer par de alas modificado y la pared del cuerpo que incrementa su capacidad para evitar perder agua por transpiración. “Es la naturaleza la que propone mecanismos de regulación y transformación en la vida de estos animales, aunque a veces resultan alterados por las actividades humanas”, destaca.

Esta adaptación, sumada a otras estrategias, lo habilita para habitar ambientes hostiles (con baja humedad y temperaturas que superan los 35 grados) y estar activo bajo condiciones extremas donde muy pocos organismos pueden sobrevivir. “Es por eso que siguen ejerciendo sus servicios ecosistémicos incluso en pleno verano, aportando nutrientes esenciales al suelo a partir de comer plantas muertas, cuando hasta los microorganismos del suelo se desactivan por exceso de temperatura y falta de humedad” detalla Cheli.

Una especie conservacionista

Así, esta especie constituye un componente clave para la conservación de los médanos costeros ya que, sin este escarabajo, los suelos de los médanos se empobrecerían en nutrientes fundamentales para las plantas, que a su vez son importantes para fijar la arena del médano.

Los escarabajos también ayudan a combatir plagas, tienen una dieta amplia que contempla el consumo de varias especies de plantas vivas. Una de sus favoritas es la flor amarilla, rúcula o rúgula: se trata de una especie de planta exótica originaria de Europa que invade los médanos costeros del noreste de la Patagonia, y provoca la disminución en la cobertura de algunas plantas nativas como el unquillo, especie utilizada para la elaboración de escobas.

“Ambas especies, la exótica y la nativa, compiten por el espacio y la local es la que pierde. Pero, como estos escarabajos comen a la planta exótica, hacen de salvaguarda para evitar que se extinga localmente el unquillo en la región”, comenta Cheli.

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