Un equipo de investigadores internacionales, liderado por la Universidad de Toronto y la Universidad Complutense de Madrid (UCM), identificó y nombró una nueva especie extinta de civeta gigante: Civettictis vulpidens. Este hallazgo se basa en un conjunto excepcionalmente completo de fósiles del Plioceno, con aproximadamente 5,2 millones de años de antigüedad, encontrados en el yacimiento Langebaanweg E Quarry, en Sudáfrica.
Las civetas son mamíferos carnívoros de la familia Viverridae, caracterizados por su cuerpo alargado, patas cortas, hocico puntiagudo y una cola larga. Se encuentran principalmente en África y Asia y tienen hábitos nocturnos, alimentándose de pequeños animales, frutas e insectos.
El estudio, publicado en Palaeontographica A, confirma que Civettictis vulpidens está estrechamente relacionada con la civeta africana actual (Civettictis civetta) y con la extinta Civettictis leakeyi, cuyos restos se encontraron en Tanzania, Etiopía y Marruecos.
Según Alberto Valenciano, investigador del Departamento de Estratigrafía, Geodinámica y Paleontología de la UCM, el análisis del molde del encéfalo de C. vulpidens reveló similitudes con la civeta moderna, pero también diferencias anatómicas clave. Con un peso estimado de 24 kg, el doble que su pariente actual, esta especie habría ocupado el papel de mesocarnívoro en su ecosistema. El estudio contó con la colaboración de la Universidad de Toronto, el Museo Real de Ontario y el Museo Iziko de Sudáfrica.

Evolución de los carnívoros en el Plioceno
El hallazgo representa la muestra fósil más completa de un vivérrido o civeta gigante a nivel mundial, proporcionando información inédita sobre su morfología, evolución y ecología. Aunque los fósiles de esta especie eran conocidos desde los años 70, su clasificación no había sido definida hasta ahora.
“La dificultad en su clasificación se debía a que Langebaanweg se encuentra en un período intermedio entre otros dos yacimientos africanos con vivérridos gigantes. La reevaluación de los fósiles clásicos de esta localidad, junto con el análisis de nuevos especímenes, permitió identificar esta nueva especie”, explica Valenciano.
Este descubrimiento es clave para comprender la evolución de los carnívoros en África durante el Plioceno, demostrando la existencia de formas extintas distintas a las actuales. Además, ayuda a reconstruir los ecosistemas antiguos y a entender cómo cambiaron las comunidades de mamíferos a lo largo del tiempo.
“El estudio de la morfología y las relaciones evolutivas de C. vulpidens nos permite trazar la historia de las civetas y sus parientes, con aplicaciones en paleontología, biogeografía y conservación. Comprender cómo estas especies respondieron a cambios climáticos en el pasado nos da pistas sobre la adaptación de los carnívoros actuales a los desafíos ecológicos del futuro”, concluye el investigador de la UCM.
Diferencias con la civeta moderna
A diferencia de la civeta extinta y descubierta por los científicos, las civetas modernas son mucho más pequeñas. Estos animales se caracterizan por tener mejillones más largos, mechones de bigotes a lo largo de su mandíbula inferior, patas más cortas y cinco dedos en las patas traseras . A su vez, sus dientes carnívoros están menos desarrollados que los de los gatos, ya que no son carnívoros obligados y, por lo tanto, no lograron desarrollar la misma dentadura para desmenuzar la carne.
Al ser omnívoras, las civetas consumen una amplia variedad de alimentos, incluyendo milpiés, un insecto que la mayoría de los demás animales evitan debido al cianuro que contienen.
Su longitud de cabeza y cuerpo es de 680-890 mm, mientras que la longitud de la cola es de 445-63 mm y su peso es de 7-20 kg. Sin embargo, sus heces son mucho más grandes de lo que cabría esperar de un animal de su tamaño.
Las civetas tienen seis mamas, lo que no es llamativo, sino que lo verdaderamente curioso es que cada una de sus crías posee su propia teta al mamar de su madre.
Fuente: Universidad Complutense de Madrid.
¿Ya conoces nuestro canal de YouTube? ¡Suscríbete!