Necesario, barato y de calidad, así se podría definir al primer detector de pesticidas en el aire que se desarrolló en Argentina. Su creador, el becario de Conicet en el Inta Paraná Manuel Hadad, contó el gran aporte que significa para el medio ambiente, la ciencia y la tecnología.
En 2012 en Oro Verde se dieron movilizaciones de vecinos ante el aumento del uso de agroquímicos en campos cercanos. Si bien el reclamo logró la sanción de una ordenanza que prohibió las aplicaciones aéreas y restringió las terrestres, un estudio realizado en 2019 por la investigadora Mariela Seehaus, del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) de Paraná, halló la presencia de glifosato en el aire de esa localidad. Para poder continuar con las mediciones y diagnosticar el problema con mayor precisión necesitaba un equipo de monitoreo que no se fabricaba en el país y que era difícil importar por su alto costo, ahí fue cuando el invento de Hadad pasó a ser una pieza clave.
Hadad desde el 2011 se desempeña como inspector de medio ambiente en Buenos Aires y es por eso que conoce bien las consecuencias ambientales que producen las actividades industriales, agropecuarias, entre otras. “Me di cuenta que necesitaba un equipo para medir pesticidas en el aire, no existía un equipo así en Argentina, existía en el extranjero pero no se podía importar por el costo”, reveló.
El experto pudo conocer al personal de Inta que estaba trabajando por la contaminación por pesticidas que había en Oro Verde. Los profesionales necesitaban un equipo para realizar este estudio, por lo que ambas partes se ayudaron. Sobre su invento, el becario explicó que al no poder importarlo fabricó uno él mismo, mucho más robusto, de mayor calidad, con tecnología que fue desarrollando paso a paso. Y añadió: “Todos los argentinos de la universidad pública estaban muy contentos, la verdad que eso salió muy bien, haber hecho una tecnología nueva para el país, sobre todo para un área que era importante y no había otro equipo para medir. Había mucha expectativa”.
“Es un equipo que toma una muestra y se manda al laboratorio, donde hay patrones de calidad, entonces no da aún resultado que es confiable”, aclaró. Este invento se coloca en los perímetros de los establecimientos agropecuarios o los lugares donde se desea saber si hay algún pesticida en el aire. Mide durante una determinada cantidad de tiempo y luego informa si hay alguna sustancia en el aire, si hay riesgos. Pero para estas conclusiones, es necesario evaluar la muestra por algunas horas.
Más de 20.000 dólares había que pagar si se traía el detector del extranjero y acá se hizo por la mitad. “Está bastante bueno el precio, es competitivo para el mercado local, para las empresas que se dedican a hacer estos estudios. Y las empresas que acopian granos, los establecimientos productivos de varios miles de hectáreas pueden colocar equipos y les queda muy económico. Tienen la garantía de que está midiendo y está tratando de minimizar el impacto ambiental, este equipo garantiza que las mediciones se hagan bien”, manifestó Hadad. El invento hasta al momento detectó 25 sustancias y puede llegar a 120 pero aún no se dio con el resto de los químicos en las pruebas de campo.
La creación de Hadad es un gran aporte a la ciencia y al medio ambiente y es por eso que tuvo sus reconocimientos. Recibió una mención en los Premios Cita, los cuales destacan la innovación tecnológica en el agro, además de una distinción franco argentina, casi internacional, en la categoría junior; y otro premio del Instituto Balseiro. “Ya me hablan de exportar y todo pero obviamente con lo que cuesta fabricar uno tenés que ir pensando primero en trabajar acá y después exportarlo”, dio a conocer.
“Lo que quiero es seguir generando información a nivel local porque acá es donde nos falta información. Tenemos que hacer un montón de estudios en otros lugares, no solo en Oro Verde, porque cada municipio es un mundo, todos necesitan información, algunos más y otros menos”, expuso sobre el futuro de su tecnología.